El niño Fabio Fotos: Cortesía de Di Celmo
«Me alegra mucho saber que dentro de pocas horas los pioneros cubanos se reunirán en su IV Congreso aquí en la capital», declaró a JR Giustino di Celmo, padre del joven turista italiano muerto en un atentado terrorista en el Hotel Copacabana, el 4 de septiembre de 1997.
Se le ponen los ojos brillosos al evocar al más pequeño de sus hijos y comenta: «Con esta reunión me viene de nuevo a la mente la niñez de mi Fabio. Lo traje por primera vez a Cuba en 1992, siendo muy joven».
«Él siempre me decía —cuenta Di Celmo— que en este país nunca había visto a un niño descalzo, sucio, hambriento, harapiento, limpiando los cristales de los autos en los semáforos. Tampoco se había encontrado a ninguno abandonado, sin maestro, sin escuela, sin médico, sin hospital, pidiendo limosnas, durmiendo en los parques o los portales de las casas, tapándose con periódicos o comiendo de los basureros».
Una luz nueva le llena la mirada al entregarnos, especialmente para JR, algunas fotos de Fabio cuando era niño.
«Las traje de Italia y me gustaría que los pioneros que ahora se reúnen vean cómo era mi muchacho a la edad que ellos tienen ahora; es mi modesto homenaje a la Organización de Pioneros José Martí, mi pequeño aporte al periódico de la juventud cubana que Fidel fundó el 21 de octubre de 1965 y un recuerdo de cariño a mi hijo asesinado.
«Ya mi muchacho no está conmigo. Sus restos descansan en un cementerio de Génova, la ciudad italiana donde nació, pero en los estudiantes pioneros que se reunirán y discutirán su presente y su futuro dentro de pocas horas, yo veré a mi hijo.
«La bomba lo mató, pero no pudo impedir que hoy niños y jóvenes cubanos sean felices de verdad, como empiezan a serlo ahora la infancia y la juventud de Venezuela y Bolivia, por ejemplo. Eso me hace muy feliz, en medio de la tristeza de haberlo perdido por culpa de una bomba yanqui».