Fotos: Jorge Luis Guibert SANTIAGO DE CUBA.— Fernando vuelve a madrugar. A pesar de que las clases terminaron hace más de un mes, el estudiante de tercer año en Licenciatura en Farmacia sigue su rutina: despertar bien temprano en El Polvorín santiaguero y «luchar» una ruta 3 para llegar a tiempo a la Universidad.
Antes la premura era el aula; ahora, la obra, porque está al frente del contingente de jóvenes que apoyarán durante todo el verano las labores constructivas en la reparación capital de la añeja residencia estudiantil de Quintero.
El aporte de esta fuerza puede ser decisivo para devolverle a la beca la cotidianidad necesaria para que no se altere la docencia durante el próximo curso. Por eso, confiesa, como todos sus compañeros, busca alternativas para cumplir con su compromiso, que lo mantendrá ocupado hasta los primeros días de septiembre, sin dejar de salir, ir a fiestas...
Su sentir es el de toda la tropa. Desde las ocho de la mañana hasta bien entrada la tarde, como mosqueteros de nuevo tiempo, en las cercanías de los edificios F o C, en la misma cima de la legendaria escalinata, transformando espacios.
Entre bromas, risas y esfuerzos, futuros psicólogos, ingenieros, farmacéuticos, periodistas, licenciados en turismo o economistas... en fin estudiantes de las diez especialidades presentes en el centro de altos estudios, baten mezcla, cargan bloques, botan escombros o acarrean materiales, organizados en dos brigadas, una para cada edificio.
Juntos hacen por que esté cada vez más cercano el sueño de disponer otra vez de su residencia, con instalaciones confortables, espacios seguros, para otra vez relacionarse, estudiar juntos.
Por eso Yoenis Pacheco vino desde el municipio de San Luis, aunque podía trabajar en su territorio de residencia, y otros como Noslem, Miyares y más de una decena, repitieron en las dos primeras etapas y se embullan para la próxima. «Así defendemos muestra Universidad, hacemos por el país, por nosotros, ¡y por los que vendrán!», alegan motivados.
Las BET, coinciden, han saldado también esa necesidad de relacionarse, conocerse «mucho mejor» e intercambiar, aún insatisfecha, por lo que reparten su tiempo sin reservas. La única preocupación es que la obra avanza muy lentamente, pues son escasos los recursos disponibles. Pero dejan claro que están preparados para sumar toda la fuerza necesaria, incluyendo estudiantes de otras provincias, en aras de empezar el venidero período lectivo en mejores condiciones de vida.
CON LAS MISMAS MANOSSin descanso para carnavales ni días feriados, unos 300 estudiantes del curso regular diurno, santiagueros en su mayoría, han dado su aporte en las labores constructivas, de limpieza y embellecimiento del centro y en la atención al autoabastecimiento, explicó Raúl Vega, presidente de la FEU de la Universidad de Oriente; y agrega que la cifra pudiera multiplicarse en lo que resta del mes de agosto si aumenta el ritmo de trabajo con la llegada de nuevos recursos.
En defensa de ese anhelo andan también los estudiantes de los Politécnicos de Informática de la provincia, que han volcado sus matrículas para el apoyo a la terminación de sus centros, y otros tantos integrantes de la FEEM y la FEU, de los nueve municipios, que con las mismas manos de la pluma, el teclado o la mochila, derrochan sudores por sus escuelas y también por el avance de las múltiples obras de la Batalla de Ideas que se levantan en tierras santiagueras.