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Inquietudes

Siempre me llamó la atención el término hiperactividad. En mi niñez, la primera vez que me relacioné con el concepto era a mi hermano a quien le atribuían el adjetivo de hiperactivo, pero yo estaba muy lejos de comprender que se trataba de un trastorno por déficit de atención; para mí era solamente la explicación científica de por qué, el más pequeño de la casa, nunca se estaba quieto.

Con el tiempo, la música primero y los mangas (historietas japonesas) después, sosegaron el espíritu incansable de mi compañero de juegos y yo dejé de pensar en que alguna vez fue tratado como un niño hiperactivo.

Sin embargo, hoy en día mi hijo, con las ansias de sus cuatro años, me hace meditar nuevamente en el fenómeno y pensar en soluciones viables para lidiar lo mejor posible con tanta energía.

Como es de suponer, mi profesión ligada a los deportes me hace plantearme la opción de si será o no el camino deportivo lo más adecuado; sin embargo, existen muchas interrogantes al respecto que, si usted como padre está en idéntica situación a la mía, debería responderse antes de ataviar a su hijo o hija con zapatillas para correr o con un leotardo de gimnasia.

Lo primero que debemos tener en cuenta es la edad; según estudios médicos, con los años los niños presentan diferentes capacidades para entender las reglas y absorber información, además, su desarrollo motriz es diverso y poseen diferentes niveles de concentración.

Es importante también optar por un deporte que sea del agrado del niño. No es problema que elija una disciplina en específico, tal vez motivado por un amigo, familiar o porque sienta admiración por un atleta famoso en esa especialidad, pero sí es fundamental escucharlos y atender gustos y preferencias para que realicen una actividad que los satisfaga y no que los moleste.

Su papel como padre será determinante, y aunque haya que tener en cuenta sus predilecciones, siempre podemos orientarlos, porque quién mejor que sus progenitores para saber en qué especialidad, individual o colectiva, puede desenvolverse con más soltura.

Partiendo del principio de que el deporte es fundamental para mantenerse saludable, usted puede contribuir a que su pequeño no solo libere energía, sino que además se aleje del sedentarismo que crea el excesivo uso de las nuevas tecnologías.

Pero recuerde, nunca será una buena opción presionarlo, pues es probable que no consiga el efecto deseado y muchas veces olvidamos que no todos nacemos para llegar a ser atletas de alto rendimiento.

Motivar a los niños a saltar, correr, trepar, tirar pelotas, nadar o bailar, pueden ser herramientas a las que recurrir siempre, priorizando la máxima de que en materia de deportes lo importante no es ganar, sino divertirse. 

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