Tiempo extra
Luego de tres meses de competencia, y con las semifinales del torneo planificadas para dentro de dos semanas, la 8va. edición de la Serie Mundial de Boxeo (WSB, por sus siglas en inglés) ha dado hasta la fecha una serie de alertas que pudieran no estar señalando necesariamente hacia un futuro demasiado prometedor.
Tal vez la primera de todas ellas sea la disminución de la expansión en lo referente a la cantidad de escuadras, pues de un total de 16 equipos que llegaron a participar en 2015 y 2016, en los últimos dos años se volvió formato original de 12 selecciones.
Claro, que todo lo anterior no sería tan preocupante si no se notara además un decrecimiento del nivel de los atletas participantes, pues tanto las nuevas franquicias como varias de las establecidas (Caballeros de Croacia, Heroicos de Colombia, Caciques de Venezuela y Dragones de China, por citar algunos ejemplos) todavía ni se acercan a intimidar el poderío demostrado por cubanos, británicos y kazajos. Para tener una idea: de la docena de conjuntos que intervinieron en 2018, solo seis mantuvieron un promedio de ganados y perdidos superior al 50 por ciento.
Otro factor alarmante fue la decisión súbita de los directivos de la WSB de eliminar la fase de cuartos de final, luego de retirar del actual evento al resto de las escuadras clasificadas: Rusia, Uzbekistán, India e Italia, por motivos que aún se desconocen.
Entre las informaciones que se manejan para explicar dicha sanción, se encuentra la posible falta de compromiso de esas franquicias con la WSB, lo cual no solo perjudica su calidad, sino la credibilidad de sus organizadores.
Y es que ahora mismo la credibilidad no viene siendo el punto más fuerte de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA), precisamente los creadores e impulsores de la WSB. Hace poco se conoció que Thomas Bach, presidente del COI, declaró que su organización se reserva el derecho de excluir el boxeo de los Juegos de Tokio 2020.
El alemán le exige a la AIBA mejoras en lo referente a su integridad competitiva, así como en sus gestiones económicas y administrativas. Igualmente, ya en materia exclusivamente deportiva, las demandas están enfocadas en que se realice un cambio importante en el sistema de designación de los árbitros.
Lo anterior tampoco es fruto de la casualidad ni del ensañamiento, pues el año pasado sucedieron irregularidades dentro del organismo boxístico, que derivaron en la destitución de su presidente, el taiwanés Ching-kuo Wu. Por si fuera poco, su sustituto, el uzbeco Gafur Rajimov, ha sido vinculado recientemente con una red de tráfico de drogas.
Ante semejante panorama, se hace difícil pensar en un futuro feliz para la WSB, un torneo que a pesar de no ser de élite, sí ha contribuido desde 2014 a devolver al boxeo cubano a un ambiente de constante actividad, lo cual ha repercutido en resultados excelentes a nivel olímpico y mundial.