La tecla del duende
Porque para hablar del Maestro no hay fecha precisa ni se necesita de aniversarios cerrados, hoy les comparto este texto de Isabel Cristina López Hamze, titulado originalmente Mi héroe, en las páginas electrónicas de La Jiribilla.
Cuando era niña tenía un libro en el que aparecía un dibujo de Martí desnudo, cubierto de mariposas. No sé si en aquel entonces ya sabía leer, pero siempre volvía a ese libro como un gesto de temprana admiración por el cuerpo del héroe.
Me encantaba aquel Martí, blanco y delgado, suave y tierno. Parecía tan frágil aquel héroe custodiado por las mariposas, parecía tan real, tan cercano...
Un día mi papá necesitó el libro para defender a un joven pintor santiaguero que había hecho una serie en la que aparecía el hombre citadino de la levita negra como Leonor lo trajo al mundo. Entonces el libro se extravió entre las manos de los censores que no querían colgar al héroe en cueros en las paredes de la galería y nunca más volví a ver a Martí sonriendo entre mariposas. Pero aquella visión quedó en mi memoria tan nítida y real como un recuerdo de amor infantil.
Mi Martí, es de manos suaves y lánguidas, manos valientes que saben de pluma y de bala, manos que aman y fundan, manos que hacen su casa bajo el cielo del mundo, manos que cuentan la historia y otra vez manos que aman.
Las ilustraciones del libro Martí a flor de labios, de Froilán Escobar, han acompañado la imagen de Martí que yo he idealizado. Una muy distinta a los bustos y a las estatuas, distinta incluso a las fotos. Y es que cada uno debiera tener el Martí deseado, ese que te alimenta y te inspira, ese héroe-ángel que te guarda de los malos presagios, de las apatías, de los silencios. Cada uno debiera dar forma a ese ídolo que no cabe en los discursos ni en las antorchas ni en las ofrendas ni en los mármoles, aunque pueda ser, auténticamente para algunos, discurso, antorcha, ofrenda, mármol o cuerpo desnudo.
Yo lo quiero suave y lo quiero humano, lo prefiero enérgico y elegante, lo hubiera preferido vivo y cercano, aunque en su tiempo yo muriera de frío. Lo quiero en el monte de copey y de pagua, lo quiero enamorado y novio de su patria, lo quiero hoy, más que nunca con su fórmula del amor triunfante.
Quiero verlo feliz entre mariposas o desnudo en una galería santiaguera desafiando con su fórmula a los censores. Quiero verlo, asomarse en tus ojos y en los míos, en tus promesas y en las mías, en tu futuro y en el mío que ya es hoy.
Ambas citas: espectaculares. En próximas teclas el reporte.