La tecla del duende
Para Iraladys, una niña generosa que hoy llega a sus 15 aguaceros de mayo, es esta columna. Su hermana Evislén acude a la Tecla con un argumento que este redactor no puede eludir: «es mi hermanita, mi princesa, por ella vivo». Y cuenta que en su aula desborda la amabilidad y el respeto. Felicidades.
El ciervo y la fuente. Un ciervo se miraba/ en una hermosa cristalina fuente; placentero admiraba/ los enramados cuernos de su frente;/ pero al ver sus delgadas largas piernas,/ al alto cielo daba quejas tiernas./ «¡Oh dioses! ¿A qué intento, a esta fábrica hermosa de cabeza/ construís su cimiento,/ sin guardar proporción en la belleza?/ ¡Oh qué pesar! ¡Oh qué dolor profundo!/ ¡No haber gloria cumplida en este mundo!».// Hablando de esta suerte,/ el ciervo, ve venir a un lebrel fiero./ Por evitar su muerte,/ parte al espeso bosque muy ligero;/ pero el cuerno retarda su salida,/ con una y otra rama entretejida.// Mas libre del apuro,/ a duras penas, dijo con espanto:/ «Si me veo seguro,/ pese a mis cuernos, fue por correr tanto./ ¡Lleve el diablo lo hermoso de mis cuernos;/ y haga mis feos pies el cielo eternos!».// Así, frecuentemente,/ el hombre se deslumbra con lo hermoso;/ elige lo aparente,/ abrazando tal vez lo más dañoso;/ pero escarmiente ahora en tal cabeza:/ el útil bien es la mejor belleza. (Fábula de Félix María Samaniego)
Los ocurrentes del Yayabo festejarán sus ocho años de teclazos en el alboroto general por los cinco siglos de la villa espiritual y santa. La tertulia cumpleañera será el miércoles 4, a las 2:00 p.m., en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera. Hasta allí llegarán los abrazos de varias provincias, entre ellos los de las «muchachitas» holguineras.
Por la encendida calle antillana/ va Tembandumba de la Quimbamba/ —rumba, macumba, candombe, bámbula—/ entre dos filas de negras caras./ Ante ella un congo —gongo y maraca—/ ritma una conga bomba que bamba.
Culipandeando la Reina avanza,/ y de su inmensa grupa resbalan/ meneos cachondos que el gongo cuaja/ en ríos de azúcar y de melaza./ Prieto trapiche de sensual zafra,/ el caderamen, masa con masa,/ exprime ritmos, suda que sangra,/ y la molienda culmina en danza.
Por la encendida calle antillana/ va Tembandumba de la Quimbamba./ Flor de Tortola, rosa de Uganda,/ por ti crepitan bombas y bámbulas,/ por ti en calendas desenfrenadas/ quema la Antilla su sangre ñáñiga./ Haití te ofrece sus calabazas;/ fogosos rones te da Jamaica;/ Cuba te dice: ¡dale, mulata!/ Y Puerto Rico: ¡melao, melamba!
¡Sús, mis cocolos de negras caras!/ Tronad, tambores; vibrad, maracas./ Por la encendida calle antillana/ —rumba, macumba, candombe, bámbula—/ va Tembandumba de la Quimbamba. (Majestad Negra, de Luis Pales Matos, frecuentemente escuchado en la voz eterna de Luis Carbonell).