La tecla del duende
De los viajes, de los lugares, de las anécdotas, quedan los seres, el calor irrepetible de cada persona multiplicado por quienes le acompañan. En la última travesía teclera, la más ambiciosa que hasta ahora hemos emprendido, vibraron con música nueva jóvenes de todas las edades, de disímiles profesiones, de horizontes miles.
Cada uno llevó a la expedición sus miedos y osadías, sus cariños y barreras: sus esperanzas. Anduvimos la Isla, la que cuentan en libros de Historia y Geografía, y la otra, la inapresable en letras o mapas.
La Patria, ha dicho el maestro Cintio Vitier, es un misterio. Qué delicioso enigma, y cómo se respira cuando uno entra en las cavernas guerrilleras de Pinar del Río, se moja los pies con la playa de Girón, se despide de Julio Antonio en un muelle cienfueguero, cambia las flores al Che y su tropa sin muerte, conoce a los campesinos bravos de El Pedrero, sube hasta el cielo martiano del Turquino, echa a andar con Carlos Manuel la rueda del combate, o simplemente camina Bayamo, ese nombre tan verbo que según el poeta podría escribirse: Vayamos.
Si a fuerza de repetirlos, de encumbrarlos, de utilizarlos —justamente— como bandera, los héroes y sus hazañas quedan reducidos muchas veces a la palabra vacía, al teque intrascendente; cuando uno los toca con las manos —y con el alma— vuelve a encenderse la energía inexplicable que los hizo grandes.
Un periodista inmenso habló una vez de «la carga agazapada», el heroísmo oculto que todos, sin medirlo, guardamos, y se activa aguijoneado por carencias, orgullos, tradiciones: siempre en tiempos de fundación.
Pues bien, si nada de lo que fue hubiese sido, si las invasiones, cargas al machete, asaltos, desembarcos y utopías no hubieran pasado de la ilusión, en cualquier parte de esta tierra, la curiosidad de un niño, la sabiduría de una doctora, la llana bondad de un hombre de campo, desatarían, por primera vez, la bendita insurgencia.
Holguín cumpleañeroLos holguineros se reportan. Acaban de festejar sus primeros 36 meses...
El pasado 23 de julio cumplimos tres añitos y lo celebramos en la glorieta del parque de las Flores. Angélica y Teresa, un dúo de viola y violín que de vez en cuando nos deleita, tocaron especialmente para nosotros. En el mismo momento que empezaron, el aguacero que no había caído en semanas, cayó. Fue emocionante.
Invitamos a Mildred, la primera presidenta que tuvo la tertulia de la Tecla acá y ella contó cómo fue la fundación y el encuentro con Guillermo. No fue hasta el viernes 25 que pudimos concretar el almuerzo de celebración en el restaurante chino. Pero valió la pena: todavía estamos llenos.
GrafittiGuantanamero: Necesitamos unir las puntas de nuestro país, para consolidar nuestro amor. La pinareña
Mon petit Rafa: ...A tu lado solo quiero la eternidad. Tu bebé malcriada
Expedicionarios: «Adiós» es demasiado filoso para nuestros lazos. Regalemos a todos las semillas de historia y amor que recogimos estos días. Zori
Semilla«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida».