Los que soñamos por la oreja
No me oculto para confesar que soy un rotundo admirador del quehacer musical de Yusa desde que conocí su labor. Recuerdo que hace ya unos cuantos años, asistí a un concierto ofrecido en la Sala Universal de las FAR por un quinteto femenino denominado Quasijazz. Lo novedoso de la propuesta consistía en que se trataba de una agrupación integrada solo por mujeres y que pretendían hacer jazz.
Lamentablemente, aunque las ideas musicales manejadas por aquel proyecto resultaban muy interesantes, había un evidente desnivel entre las integrantes del grupo en cuanto a sus posibilidades como instrumentistas. Esa fue la primera vez que escuché tocar a Yusa, que devino la estrella de la noche en virtud de sus muchas habilidades como ejecutante a la hora de improvisar. Al desintegrarse el quinteto, ella realizó diversos trabajos. Así, tuvo un período como tecladista de la banda acompañante de Gerardo Alfonso y se involucró en un dúo identificado con los nombres de Domingo&Yusa, que llevó adelante una interesantísima propuesta sonora dentro de los parámetros de lo que se ha ido delineando como Canción Cubana Contemporánea.
Desde hace rato, Yusa se ha convertido en una figura imprescindible en el panorama de nuestra música. Primera mujer que en Cuba se graduó de tres en el nivel medio allá por los 90 de la anterior centuria. Ella no solo ha sobresalido como ejecutante de dicho instrumento, sino que también se ha desempeñado exitosamente como guitarrista, bajista y pianista. A la par de su carrera como instrumentista, se ha proyectado como una cantautora singular, dueña de una personalidad propia y que pone de manifiesto en cada una de sus composiciones.
Su más reciente producción discográfica, el álbum titulado Libro de cabecera en tardes de café, es un material ubicado en el terreno de las versiones, es decir, aquí la creadora renuncia a interpretar temas de su autoría y se pone en función de asumir el repertorio escrito y divulgado con anterioridad por otras figuras. Es esta una tendencia que en el presente se da en la industria fonográfica internacional y que pudiera explicarse desde diferentes criterios. En el caso de Yusa, lo considero como una suerte de alto en el camino, de no parar del todo sino solo un poco y así poder replantearse el futuro como cantautora, dados los enormes problemas que hoy viven la música y en particular el mundo de la discografía.
De tal suerte, en el CD, que dicho sea de paso resulta autoproducido, encontramos un total de diez covers, que van desde piezas cubanas hasta otras pertenecientes al catálogo internacional. Lo interesante es que en cada una de las versiones, eso que puede identificarse como el sello o la marca Yusa se hace presente, y para mí, en ello radica el mayor valor de la producción.
Desde el primer corte del material, Es más, te perdono, original del desaparecido Noel Nicola, hasta el último track del fonograma, es decir, Amor de millones, de la también fallecida Sara González, Yusa consigue adaptar cada tema a su peculiar estilo de asumir el hecho musical, donde el sentido de apostar por la hibridación entre los más diversos géneros y estilos es siempre una constante.
Creo que si hay una pieza representativa de esto que he expuesto anteriormente, esa sería María (You were the only one) (Lawrence Brown, George Gordy, Allen Story, Linda Glover), recordada interpretación de Jackson Five en los tempranos 70 del pasado siglo. He aquí un verdadero ejemplo de lo que es una versión creativa y no la mera repetición de algo harto conocido.
Disco que cuenta con la producción general a cargo de Paula Rivera, orquestaciones llevadas a cabo por Yusa con la colaboración de Quique Ferrari y Christian Fayad, así como de Roberto Carcassés, Julio Padrón y Juan Carlos Marín (sus buenos amigos de la tropa de Interactivo), en su conjunto la propuesta sirve para comprender los derroteros que hoy asume la Canción Cubana Contemporánea, donde el carácter transnacional de lo llevado a cabo cada día tiene mayor preponderancia.