Los que soñamos por la oreja
«Mira que te gustan los extranjeros/ aunque vengan con látigo,/ mira que no importa si traen dinero/ cuántas veces nos pasó,/ pero lo que más me gusta de tu conducta/ es la solidaridad,/ con el corazón ardiente/ les damos siempre el amor o la amistad,/ mira que nos gustan los extranjeros,/ mira qué curiosidad,/ ¡mira que nos gustan los extranjeros!
«Esa mala copia de Coca Cola/ que nos venden en plástico/ nunca sustituye la batidora/ que mi abuela me dejó,/ pero como va la gente/ lo efervescente será cultura,/ ya no quedarán Carolas/ que bailen solas el son de altura./ Mira que nos gustan los extranjeros,/ mira que nos gustarán,/ ¡mira que nos gustan los extranjeros!”
«Mira que te gustan,/ mira que los quiero/ con sus sandalias de cuero/ mira que te gustan,/ mira que los quiero./ Cada temporada aumentan en género y número,/ mira que los quiero,/ y hasta en el noticiero,/ mira que te gustan,/ mira que los quiero,/ y nos da lo mismo en julio como en enero,/ mira que los quiero./ ¡Las extranjeras me gustan más!»
Lo antes transcrito es el texto de la canción Abajo la xenofobia, tema de Leonardo García incluido en su reciente disco Cara o cruz. Por su carga de fina ironía y mordacidad al abordar un asunto de inquietante actualidad tanto para el presente como para el mañana de nuestro país, así como por lo contagioso de su bien estructurada línea melódica, esta pieza es una de mis favoritas en la nueva producción fonográfica de Leo, como se le suele nombrar en el medio trovadoresco.
Hace poco, a propósito de un encargo que me hicieron de escribir un texto sobre el panorama discográfico cubano de nuestros días para una revista académica del Brasil, revisé toda la producción fonográfica presentada a la emisión de Cubadisco 2016. Debo decir que esa audición me permitió comprobar que el nivel técnico de lo que se está haciendo en el país en materia de CD ha subido notablemente. Empero, en lo referido a la calidad de las propuestas desde el punto de vista artístico, tengo la impresión de que hemos retrocedido en comparación con unos pocos años atrás y que hoy es muy difícil encontrar trabajos que nos sorprendan por su nivel de búsqueda y riesgo, porque lo que prevalecen son grabaciones pensadas para intentar captar la atención del mercado.
Lamentablemente, por más que busqué en Internet, no encontré un sitio en el que saliese publicada la lista de los álbumes que fueron nominados y premiados en el máximo certamen de la discografía nacional. Indagué con colegas amigos y a ellos les había sucedido lo mismo que a mí. Por eso, no tengo la menor idea de cuáles fueron los materiales galardonados en las distintas categorías, a no ser los premios principales. Así pues, para ejemplificar en el artículo antes aludido, escogí en el cúmulo de fonogramas presentados a Cubadisco 2016 los que más captaron mi atención. Uno de ellos fue el denominado Cara o cruz.
Aunque Leonardo García sea un desconocido para el gran público en Cuba, en su generación él es un trovador que ha edificado una obra que de seguro pasará la prueba del transcurrir del tiempo. De formación académica como guitarrista, lo cual pone al servicio de su acompañamiento, entre los cantautores cubanos resulta uno de los que mejor sabe emplear el falsete.
Compositor de temas en los que aflora el simbolismo de la realidad más cercana, aquí Leo nos propone un manojo de piezas que dan testimonio de su madurez como creador. De tal suerte, por orden de aparición, disfrutamos de los cortes Mejor así, A la rueda, Rock and rap de la esperanza, Final de día, Cambio de tono, Abajo la xenofobia, Témpano azul, Lindas palabras, Recreación sana, Cara o cruz, Para Diago, Mar de sábado y Llegas.
Grabado gracias a la solidaridad de Israel Rojas y su equipo de Buena Fe, yo, que soy fanático de la música de Leonardo García desde que lo escuché por primera vez en el Mejunje, allá por 1997, me sentiría muy feliz si el presente disco fuese bien acogido por aquellos que saben valorar cuando estamos en presencia de un verdadero producto artístico. Leo, por ser excelente músico y, lo todavía más importante, ¡buena persona!, se lo merece.