Los que soñamos por la oreja
Nunca lo he negado, a esta altura de mi vida continúo siendo devoto del hard rock de los 70 y de las propuestas recientes que hereden de un modo u otro el legado de aquella época. Fue el sonido con el que me formé como melómano y mucho me temo que ya me acompañará en lo que me resta de existencia. Por ello no será sorprendente para nadie la afirmación de que he seguido con atención la carrera del vocalista estadounidense Jeff Scott Soto, cantante de ascendencia puertorriqueña nacido en Brooklyn, New York, el 4 de noviembre de 1965. Lo primero que escuché de él fue su participación allá por 1984 en el primer disco del guitarrista sueco Yngwie Malmsteen, en el que interviene en los únicos dos temas cantados de la grabación.
De entonces a acá ha transcurrido el tiempo y Jeff se ha visto involucrado en numerosos proyectos y así lo hemos podido encontrar como parte de las filas de Talisman, Soul Sirkus, Eyes, Takara y hasta Journey para una gira, o asociado a Axel Rudi Pell. Como solista, son varios los álbumes que ha editado a su nombre.
Desde el 2013 encabeza la agrupación que se ha dado en llamar Soto, formación en la que le acompañan el formidable guitarrista español Jorge Salán, el bajista neoyorquino David Z, así como los brasileños BJ en las teclas y la guitarra y Edu Cominato en la batería. Ellos han puesto en circulación un CD titulado Divak, continuación de un trabajo anterior nombrado Inside The Vertigo, una propuesta que transitaba por los aires del hard rock.
Lo interesante de Divak, según mi criterio, es que sin renunciar a las influencias del pasado, los cortes que se registran en el disco en su conjunto suenan frescos, con un toque moderno, gracias a la cuidada producción del fonograma. Desde la intro que funciona a modo de apertura y que da nombre a la grabación, con ritmo pesado y de base heavy en el soporte de bajo y batería, que nos lleva a la pieza Weight Of The World, uno se da cuenta de que Soto se está reciclando y que sin abandonar el cuidado que él siempre ha tenido por lo melódico, ahora endurece un poco más su sonido.
El sentido de renovación se percibe también en un tema como FreakShow, donde el arreglo conjuga tintes electrónicos con melodías vocales envolventes, lo cual produce unas texturas harto interesantes. De algún modo, la siguiente pieza, es decir, Paranoia, tiene punto en común con la anterior, lo que sin la presencia de los elementos electrónicos. Aquí sobresale el desempeño de Jorge Salán a la guitarra.
Otro buen ejemplo de la apuesta por una sonoridad más potente lo encontramos en Cyber Masquerade, que también sirve para corroborar el alto nivel de Jeff Scott Soto como vocalista, capaz de abordar con idéntica soltura pasajes en los que como intérprete tenga que asumir una proyección desafiante, u otros en que deba ser lírico y apegado fielmente a la melodía. Esto último se comprueba en la balada In My Darkest Hour, para mi gusto personal uno de los mejores momentos del fonograma.
Una pieza a la que recomiendo prestar especial atención es la enérgica Sucker Punch, muy dura en sus riffs guitarrísticos y con un excelente solo del español Jorge Salán en el instrumento de las seis cuerdas. Por su parte, Misfi Red es el clásico ejemplo de un medio tiempo en la cual unos coros doblan la melodía vocal principal. La recta final del álbum la conforman The Fall From Grace y Awakened, esta última con llamativo trabajo de los teclados.
Disco representativo de lo que es llevar adelante una propuesta de hard rock contundente y actual, se lo recomiendo a todos los interesados en el sonido de épocas anteriores, como la década de los 70, pero sabiamente reciclado al presente.