Los que soñamos por la oreja
Hace apenas unos años, la gestión de la imagen país era un tema que preocupaba a relativamente poca gente. Sin embargo, en los últimos tiempos el asunto se ha convertido en una cuestión de actualidad e inquietud. En ello mucho tiene que ver la negativa repercusión que la presente situación económica está generando a nivel mundial, por lo que el tema se ha tornado tópico recurrente en los principales medios de comunicación internacionales. Existe consenso entre los especialistas en que si establecer la imagen institucional de una empresa es harto difícil, construir la imagen de todo un país lo es más.
A diferencia de la imagen corporativa, la imagen país contiene más elementos cognitivos que dificultan su unificación y, con ella una propuesta coherente que permita posicionar una idea global de las bondades de una nación. El desafío de que toda una sociedad alcance acuerdos básicos sobre su identidad, en relación con lo que es y acerca de cómo quiere ser vista, en verdad no resulta una tarea sencilla. En particular, semejante objetivo se hace todavía más complejo si ha de expresarse en un mensaje concreto y en una determinada imagen, susceptibles de poder ser comunicados al mundo, de modo tal que acompañen las principales acciones hacia el exterior que sean pertinentes.
A tono con lo antes enunciado, en mi opinión, la imagen país es la asociación de ideas que surgen de forma inmediata en la mente de un ciudadano de cualquier otro rincón del planeta con la sola mención del nombre de nuestro verde caimán. Son ideas preconcebidas que pueden coincidir o no con la realidad. Así pues, al citar la palabra Cuba en muchos sitios del mundo, de inmediato se conforma de modo reflejo una determinada imagen mental. En ello, la música también ha desempeñado un importantísimo rol, solo que cambiante, acorde con la época y con las concepciones ideoestéticas del creador.
Es bueno ser consciente de que en la actualidad, al hablar del campo de la producción musical hay que abordarlo como parte del entorno creativo contemporáneo, y ello implica considerar la interacción entre economía (la música vista como artículo de consumo, las estrategias comerciales trazadas a su alrededor y las estructuras organizativas) y cultura, es decir, las prácticas, interpretaciones y modos de vida de los músicos, los trabajadores de dicha industria y los fans, en virtud de que economía y cultura condicionan la creación, circulación y consumo de la música popular, como ha señalado Keith Negus. Para cada género y estilo musicales existen reglas específicas que otorgan legitimidad y plantean las que pueden verse como las dinámicas de interacción entre el conjunto de actores al interior del campo y en relación con otros campos de producción musical y artística. Así, acorde a si la música es concebida como artículo de consumo o como hecho cultural, y de acuerdo al género o estilo de que se trate, la proyección de la imagen país ha de resultar diferente.
Son muchos los asuntos que, en relación con el fenómeno del vínculo entre música e imagen país podrían ser objeto de exégesis. Por mencionar solo unos ejemplos, sería muy interesante analizar la existencia de numerosos títulos de discos que, desde el propio nombre del fonograma intentan vender una imagen de Cuba o acerca de algo distintivo del país, tendencia particularmente acentuada en producciones llevadas a cabo por artistas pertenecientes a la diáspora cubana.
Asimismo, habría que indagar acerca del proceso por el cual en no pocos discos de compatriotas se dan manifestaciones de un autoexotismo muy cercano al enfoque reduccionista que de lo que significa ser cubano persisten en propagandizar algunas de las empresas que promueven el turismo hacia Cuba, algo que se corresponde con la mirada eurocentrista y discriminatoria con que aún nos suelen ver muchos países del viejo continente y que tan solo asocia lo cubano al tabaco, el ron, las mulatas y las palmeras.
En conclusión, si establecer la imagen institucional de una empresa es sumamente difícil, construir la imagen de todo un país lo es más, cuestión que en lo referido a nuestro ámbito musical se intensifica, dada la escasa presencia de la música popular cubana en las redes sociales, mundo sonoro en el que muchos solo conocen a Cuba por la Guantanamera, Lágrimas negras, Son de la loma y el Chan chan.