Los que soñamos por la oreja
Para nadie es un secreto que hay músicos cubanos regados por medio mundo. Uno de esos compatriotas que, al margen de residir en el exterior, se mantiene aferrado a las esencias de nuestra cultura es el santiaguero Yaniel Matos, quien en los últimos 11 años ha residido en São Paulo, ciudad desde la que ha realizado una llamativa carrera en aras de hibridar lo cubano y brasileño en materia de música.
Formado inicialmente como ejecutante de violoncello y piano en el conservatorio Esteban Salas en la otrora capital oriental, cuando Yaniel matricula en el Instituto Superior de Arte, decide hacerlo en la especialidad de Composición, en la que tuvo como guías tutelares a los maestros Harold Gramatges y José Loyola. Al término de tales estudios, Matos llega a la conclusión de que lo suyo sería la música popular y así lo encontraremos como integrante de prestigiosas agrupaciones de la escena timbera de La Habana de fines de los 90.
En el año 2000, Yaniel pasa a vivir en Brasil y durante un tiempo se dedica a estudiar y conocer parte de los secretos de la riquísima música de aquel país. El resultado de semejante aprendizaje empieza a dar los primeros frutos cuando, en 2003, es invitado a grabar en el disco Motumba Bless, del grupo Timbalada, y en Cantos Sagrados de Brasil y Cuba, interesantísimo fonograma que entre nosotros apenas ha circulado, pero que es muy recomendable para comprender muchos de los vínculos que se dan entre las músicas de nuestros pueblos.
En ese mismo año, Yaniel funda su primer proyecto personal en São Paulo, el llamado Mani Padme Trio, en compañía del baterista Ricardo Mosca y el bajista Du Moreira, con quienes graba el CD Um Dia de Chuva, álbum distribuido en Brasil e Italia. Este es un material que se comercializa bajo el rótulo de jazz latino, con la aclaración de que se trata de una mixtura entre los aires cubanos y brasileños. Con la misma agrupación presentaría en 2007 el CD Depois, donde el bajo pasa a ser ocupado por Zeca Assumpção y aparece como invitado Teco Cardoso en saxo y flauta.
Es oportuno señalar que entre 2004 y 2007, Yaniel es llamado a grabar en álbumes como Temple of Shadows, de Angra, Carlito Marron, del muy popular Carlinho Brown, Cuando o Céu Clarear, de Fabiana Cozza, y Universo Inverso, del guitarrista Kiko Loureiro. Dichos trabajos posibilitan que su nombre vaya cobrando prestigio en la escena de São Paulo y se le asignen funciones como productor en fonogramas de gentes como Adriana Peixoto y Beth Amin.
En 2006 Yaniel arma el proyecto denominado Cuba Jazz Plus, concebido por él como un quinteto de jazz contemporáneo, para lo cual convida a cuatro buenos amigos suyos: el saxofonista Yosvany Terry, Dafnis Prieto a la batería, Yunior Terry como encargado del bajo y Julio Padrón en la trompeta. Ese ensamble de lujo actuó en varias ciudades brasileñas, con gran éxito de crítica y de público.
Inspirado en el Cuba Jazz Plus, pero con formato de sexteto y una alineación donde se integran instrumentistas de Brasil y de nuestro país, en 2008 Yaniel Matos pone en circulación su tercera propuesta discográfica, titulada En movimiento. Estamos aquí en presencia de un CD clasificable por unos como ejemplo de música instrumental y por otros como botón de muestra del smooth jazz. En cualquiera de las dos categorías, el álbum es una síntesis de las vivencias de su protagonista en el gigante del Cono Sur.
Piezas como Danza de orichas, Txai, Alegría y Carnaval transmiten esa particular energía que emana tanto de los moradores de Santiago de Cuba como de los de São Paulo. Y creo que ahí radica el principal mérito de este CD, es decir, la buena vibración que nos hace llegar al escucharlo. Cierto que Yaniel no nos sorprende con grandilocuentes solos como pianista (en dicho sentido, lo mejor viene de la mano del saxofonista Luis Cabrera, el guitarrista Kiko Loureiro y sobre todo, del trompeta Julio Padrón), pero en el contexto general de la propuesta, ello no hace falta.
Con trabajos como En movimiento, de Yaniel Matos, y que dicho sea de paso funciona a manera de puente entre culturas hermanas, vuelve a corroborarse el carácter transnacional que hoy vive la música cubana.