Los que soñamos por la oreja
Fue en la edición de 2008 del festival Longina —evento que me ha permitido estar al tanto de las más jóvenes promociones de trovadores y cantautores de nuestro país—, donde conocí del quehacer de los bejucaleños de Enfusión, que por entonces eran un trío. Recuerdo que previo a aquella ocasión, mi amigo Manuel Argudín me había hablado de la formación, pues una de sus hijas formaba parte del proyecto.
Cuando los escuché en Santa Clara, desde el primer momento captaron mi atención, tanto por el trabajo vocal que proponían como por las letras de sus canciones, las cuales abarcaban, por igual, temáticas sociales, sentimentales y existenciales; y textos escritos por lo general con una poética signada por la transparencia de un discurso lejano a cuanto huela a artificio.
Después de aquel primer encuentro en enero de 2008, no volví a toparme con Enfusión hasta las pasadas Romerías de Mayo del presente año. Para la fecha, habían cambiado de formato. Ahora se trataba de un cuarteto vocal instrumental, pero que en cierto sentido resultaba continuidad del trabajo previo, lo único que enriquecido por otras sonoridades y que le hacían estar más cercanos a ese híbrido de nuestra música que es la canción cubana contemporánea.
De entonces a acá, en varias ocasiones he podido disfrutar del quehacer de la agrupación, pues todos los lunes entre cinco y siete de la tarde, ellos se presentan en el patio de la EGREM, en San Miguel 410, e/ Campanario y Lealtad, como parte de las peñas que —por iniciativa del productor Jorge Rodríguez— allí se desarrollan bajo el nombre de El Jelengue de Areíto.
En la actualidad, Enfusión está integrado por Noslen García Porrúa, a cargo de una de las guitarras acústicas y en la dirección del proyecto; el también guitarrista acústico Mario Miguel García Piña; Lester Márquez Parra detrás de la percusión, y el bajista Efrén Rubén García Ramírez. Los cuatro hacen voces, así como arreglos, mientras que la composición de los temas del repertorio corre a cargo de Noslen y Mario Miguel.
A tono con el propio nombre de la agrupación, la principal intención en lo musical es apostar por la hibridación de múltiples géneros y estilos, pero partiendo en todo momento de la canción. En correspondencia con semejante postulado estético, en sus piezas encontramos pasajes con elementos del jazz, el funky y el blues, sin obviar, claro está, los aires tradicionales de nuestra música, y que los hacen distinguir como un producto auténticamente cubano.
Algo que me llama la atención cada vez que asisto a una actuación de Noslen, Mario Miguel, Lester y Efrén Rubén, es la naturalidad con la que asumen el hecho artístico. Diría que el particular espíritu pueblerino que se da en sitios como Bejucal, por suerte aún no se ha apartado de ellos y eso les concede una frescura y candor en su proyección, que ojalá pudiesen mantener por mucho tiempo.
Temas de este cuarteto como Adulterio, Otro collar, Lo mejor que se pueda, Salir, Barrio abrázame, Sábado, Calle 6 y Lo que quiero es que me boten, dan muestra de una sorprendente madurez, no solo en el plano composicional sino además en lo funcional de los arreglos y en lo acertado de la ejecución instrumental e interpretación vocal. Tal resultado es todavía más laudatorio, si se piensa en el poco tiempo que con el presente formato lleva funcionando Enfusión.
En su repertorio percibo tres líneas o áreas en las que se desenvuelven. Una sería la de las canciones de amor dedicadas a la pareja, como esa en la que dicen: Yo que rezo porque venga un temporal para cuidarte/ y busco un rincón de la cocina para besarte. Excuse moi, si pido un poco más, si pido amarte. Estarían luego las composiciones de corte más marchoso y destinadas a que la gente baile, como sucede con Coca Cola fría, aguda crítica al exceso de consumismo.
Por último, figuran las piezas de mayor experimentación musical y donde se da rienda suelta a las habilidades como instrumentistas. Buen ejemplo de ello lo encontramos en Blues, uno de mis temas favoritos de Enfusión, grupo que en cada una de sus presentaciones corrobora lo acertado de uno de sus títulos, cuando afirman: «A mí me gusta cantar».