Los que soñamos por la oreja
Lady Hamilton busca su lugar / entre tantos siglos desabridos, / sin orientación se ha echado a volar / tras un cuerpo al son de sus latidos.
Lady Hamilton quiere reencarnar / pero no ha tenido mucha suerte: / no ha encontrado al ser que se atreva a dar / todas las verdades por su muerte.
Lady Hamilton prefiere penar / entre nubes de desamparados / y espera a que dios se decida a actuar / con su corazón desesperado.
Lady Hamilton se pone a pintar / versos sin reverso y dulces calaveras / y en su excitación mira al campanar / esperando el toque de quimeras.
Lady Hamilton quiere retornar: / da un divino instante a cualquier vida incierta. / Lady Hamilton se quiere posar / y anda merodeando por tu puerta.
He reproducido el texto íntegro de la canción titulada Lady Hamilton, una de las composiciones más conocidas de un buen amigo trovador y escritor, ¿oculto? tras el personaje de «El Diablo Ilustrado». Hace unos meses, él ha entregado a la legión de seguidores que persiguen sus dos libros, un disco con los temas que ha escrito a propósito del muy popular Confesiones de El Diablo Ilustrado. Son piezas que aparecen interpretadas por varios cantautores, procedentes de diversas provincias del país y que al reunirse en este fonograma editado por la EGREM, defienden en conjunto un estilo creativo que ya tiene más de un siglo de existencia.
En un correo electrónico, el hacedor de la idea del personaje de «El Diablo» me explica:
«Desde que escribía las Confesiones... pensé en aprovechar la imaginería alrededor de “El Diablo” para convertir ese personaje-autor en el trovador, que es figura raigal en la cultura nuestra. Por varios sondeos, incluso con amigos y amigas de mi hijo mayor (justo en la edad para quienes va dedicado en lo fundamental el libro), he podido comprobar que ciertamente son muchos los jóvenes que están abriendo sus ojos hacia disímiles temas que toqué, pero especialmente hacia la Nueva Trova, tras leer El Diablo... Cantar yo todos esos temas, aparte de limitarlo interpretativamente, no daba la idea que quería y es que no asocien al Diablo con un trovador, sino con la figura del trovador, que puede ser cualquier auténtico exponente y que vaga de forma bohemia respirando esta isla.»
En correspondencia con la idea que el autor de las canciones aquí compiladas se planteó desde el primer momento que surgió la propuesta de realizar un fonograma, en el CD se incluye una diversidad de géneros de la música popular cubana de raigambre trovadoresca y con ello, podemos disfrutar por igual de un son, un guaguancó, una pieza en extremo lírica o una de tono épico e inclusive, de las apropiaciones de aires foráneos (en este caso específico, el country) que hoy se producen dentro de la Canción Cubana Contemporánea.
Grabado en los estudios de la EGREM en la calle San Miguel, entre marzo y abril del pasado año, como álbum La voz del Diablo Ilustrado recoge las piezas cuyos textos inician los capítulos de la segunda obra literaria de este autor, la denominada Confesiones. Con producción musical del avileño Pável Poveda, el CD está compuesto por 14 composiciones y en esencia es un amplio abanico de sonoridades que parten del quehacer trovadoresco, con orquestaciones en las que lo guitarrero desempeña rol protagónico.
Intervienen en el fonograma como intérpretes Eduardo Sosa, Yamira Díaz, Ray Fernández, Pável Poveda, Tamara Castillo, Roly Berrío, Fernando Bécquer, Ormán Cala, Yaíma Orozco, Raúl Marchena, Fidel Díaz, Tony Ávila, Diego Cano, Michel Portela, y las participaciones especiales de Adriano Rodríguez y del conjunto folclórico Columbia del Puerto, dos íconos de la música popular cubana.
Como que estamos ante un trabajo colectivo, no me parece oportuno establecer distingos entre las propuestas de cada uno de los participantes, al margen de que en el plano personal yo tenga mis intervenciones favoritas y también considere que algunas no quedaron al mismo nivel de las demás. Sucede que en este caso, lo verdaderamente importante es disfrutar de un disco concebido como un sincero homenaje a una de nuestras tradiciones de mayor autoctonía y lograr con ello, motivar entre los jóvenes seguidores del Diablo Ilustrado el amor por el arte trovadoresco.