Los que soñamos por la oreja
La agrupación californiana debería ser mucho más conocida entre nosotros, sobre todo para que se entienda que el rock contemporáneo no se limita solo a nombres del metal como Cannibal Corpse o Deicide
Mi hermano Raúl Ciro Hernández Gómez me ha hecho conocer en tiempos recientes a toda una legión de agrupaciones cuya discografía, por lo general, no circula mucho por acá. Entre las bandas que he descubierto gracias al autor de Villa de París, todo un clásico de la canción cubana contemporánea, una de las que más ha captado mi atención es la nombrada Grandaddy. Yo había leído, en una que otra revista, elogiosos trabajos acerca de esta agrupación californiana, surgida en la ciudad de Modesto, pero no había escuchado nada de ellos hasta que el otrora miembro de Superávit y de Queso me pasó algunas grabaciones del grupo.
El interés que motivó en mí la audición del material de Grandaddy, me llevó a ponerme en la búsqueda de sus fonogramas. El primero que conseguí, no sin una buena dosis de esfuerzo, fue el titulado The sophtware slump, un álbum publicado en el 2000 y que, según opinión generalizada entre los especialistas, marca el nacimiento del llamado space rock. Debo expresar que el sonido galáctico, nostálgico y a veces agresivo registrado en los cortes de esta grabación, de inmediato me cautivó y me impulsó a continuar tras la pista de más música de la tropa encabezada por Jason Lytle (voz, guitarra y teclados) e integrada, además, por el bajista Kevin García, Aaron Burtch en la batería, el guitarrista Jim Fairchild y el teclista Tim Dryden.
Así, encontré que el primer CD de la formación fue Under the western freeway, el cual data de 1998. Este es un fonograma que reúne temas publicados en algunos EPs que habían sacado en años anteriores, y en cuanto al género predominante, en el material señorean los aires del pop, pero ya con cierta intención experimental. Seguiría a continuación el antes mencionado The sophtware slump, disco donde se perfilan todos los ingredientes que de ahí en adelante van a conformar el sonido de Grandaddy.
En cortes como He’s simple, he’s dumb, he’s the pilot; Hewlett’s daughter, Jed the humanoid (uno de mis favoritos), Alan Parsons in a Winter Wonderland o The crystal lake, por solo dar algunos ejemplos, se percibe el especial cuidado que la banda pone en la producción musical de cada tema, en los que afloran ecos de Los Beatles, algo de los aires rurales norteamericanos y discretos pasajes de electrónica. Tal amalgama de ingredientes se pone siempre en función de hermosas melodías, en ocasiones revestidas por arreglos de cuerda que aportan grandiosidad en momentos puntuales de la canción.
El tercer álbum de la agrupación, Sumday, refuerza el costado acústico de la propuesta, pero resulta muy denostado tanto por la crítica como por el público. Las principales objeciones que se le formulan están en relación con la eficacia de los estribillos de las piezas, de menos agarre que en los trabajos precedentes. Para no pocos analistas, en el disco es también de lamentar que la banda renunciase a la utilización de los sonidos producidos por computadoras, que tan buenos resultados les había dado en los dos CDs anteriores.
En el 2006 vería la luz un nuevo esfuerzo discográfico, Just like the fambly cat, que al parecer marca la despedida de Grandaddy. En la grabación, se destacan piezas como So far, de tremenda fuerza expresiva; Rear view mirror, que recuerda las estupendas melodías del The sophtware slump; o la alegre Elevate myself. A través de la totalidad del fonograma, Jason Lytle y sus compañeros persisten en introducirnos en estructuras ambientales de orientación espacial y que junto al sonido de guitarras acústicas (a veces limpias, en ocasiones rasgadas) y eléctricas muy distorsionadas, le otorgan un peculiar sello al grupo californiano.
Con una proyección sonora que los aproxima a lo hecho por gentes como Sparklehorse, Mercury Rev o The Flaming Lips, y éxitos como Everything beautiful is far Hawai, Laughing stock, Summer here kids, Now it’s on, Nature anthem..., Grandaddy es una banda que debería ser mucho más conocida entre nosotros, sobre todo para que se entienda que el rock contemporáneo no se limita solo a nombres del metal como Cannibal Corpse o Deicide.