Los que soñamos por la oreja
En un viaje que hice el año pasado a la localidad de San Luis, Pinar del Río, conocí el trabajo del dúo nombrado Dimensión. Conversaba con mi amigo, el médico y compositor Lázaro Torres, acerca de la labor de varios de los jazzistas pinareños, cuando el violinista Abdel Borges Hernández y el guitarrista José Liván Álvarez Ferreiro empezaron a tocar.
Debo confesar que de inicio pensé que aquello sería una de las tantas propuestas que, con más o menos gusto, se insertan dentro de lo que en el medio artístico se conoce como «hacer sopa», es decir, música para acompañar a comensales. Empero, rápidamente, tanto el tratamiento armónico que se dejó escuchar por parte de la guitarra como algunos pasajes violinísticos de improvisación (con claras reminiscencias de un Stephan Grappelli en el fraseo) me indicaron que el proyecto era algo bien serio.
Dimensión se constituye en el 2001 y su quehacer se inscribe en el ámbito de las agrupaciones de pequeño formato, dedicadas a hacer música instrumental, ya sean versiones de temas conocidos u originales escritos para ellas. De algún modo, lo que hacen Abdel y José Liván guarda relación con lo llevado a cabo en años recientes en nuestra escena por gentes como Diapasón, Traza, Arsis o Dádiva. Igualmente al escucharlos, de inmediato pensé en lo realizado hace décadas por el grupo Los Amigos, en la etapa cuando la mítica formación dejó registrado un puñado de grabaciones donde el rol protagónico lo desempeñaban Abelardo Busch en la guitarra y el (por los días que corren) afamado violinista Federico Brito.
Puede asegurarse, por tanto, que la propuesta de Dimensión hereda el legado de numerosos trabajos en la historia de la música popular cubana. Así, en su modo de tocar, uno percibe que Borges Hernández es continuador de la huella dejada en el violín por instrumentistas de nuestro país como Alfredo de la Fe, Dagoberto y Lázaro González, Ricardo G. Lewis, Omar Puente, Santiago Jiménez, Rubén Chaviano, y que hoy tiene continuidad en figuras jóvenes como William Roblejo, Ransés Puentes, Carlos Suárez, Liván labrador, Tammy López o Isadora Cruz.
Algo similar cabe expresar acerca de la proyección como guitarrista de Álvarez Ferreiro, quien por el estilo que desarrolla se inscribe en la línea de nombres como Ñico Rojas, Sergio Vitier, Martín Rojas, Jorge Luis Triana, Alejandro Valdés, Jesús Cruz o Rey Ugarte..., personajes todos que cuando se desempeñan como acompañantes en un supuesto plano secundario, despliegan un trabajo armónico impresionante.
Tengo en mi poder un demo de Dimensión, contentivo de cinco temas y donde se verifican las características del dueto. La maqueta abre con la pieza Y tú qué has hecho, que posee una excelente intro de la guitarra, con pasajes a doble cuerda y una rearmonización sencillamente cautivante. Creo que en dicho arreglo lo más atractivo resulta el trabajo guitarrístico, que a lo largo de la pieza da lección de buen gusto y de conocimientos al abordar una armonía contemporánea, pero que a la vez respeta lo original de la canción. Aquí el violín se limita solo a desarrollar la línea melódica, sin formular variaciones.
Lo contrario acontece con Tú me acostumbraste, donde Abdel hace una improvisación, que si bien resulta un tanto breve, sirve para evidenciar sus dotes como instrumentista, que destaca por lo afinado de su ejecución. La guitarra de nuevo echa mano a acordes aumentados, disminuidos, de novena, oncena, trecena y en fin, al riquísimo universo de enlaces que dicho instrumento ofrece al ejecutante. De todos, es el tema que más me lleva a evocar a Abelardo Busch y Federico Brito, en particular durante los compases de entrada.
En una rápida reseña de esta maqueta de Dimensión, no quiero pasar por alto la notable versión que hacen de Contigo aprendí, donde la guitarra registra a mi parecer los momentos más destacados de su intervención en los cinco temas grabados, mientras que el violín sobresale en las notas tenidas. Cuando al final escucho Alfonsina y el mar, lo hago con la certeza de que Dimensión es un dúo con una propuesta que, si no se desvirtúa, en el futuro deparará gratas sorpresas.