Lecturas
Entre los comentarios que los lectores hicieron a la página Ni olvidado ni muerto, dedicada a Julio Antonio Mella, el pasado domingo 7, hay dos que el escribidor quiere resaltar de manera especial: el de Ricardo Luis Hernández Otero, investigador del Instituto de Literatura y Lingüística, y el del muy querido amigo Jorge Domingo, también investigador del mismo centro y autor, entre otros libros, de un utilísimo Atlas de la emigración española en Cuba, y de un no menos útil Diccionario bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba (siglo XX), con ediciones en Sevilla y La Habana.
Con ellos y con otros lectores sostendré hoy este diálogo a distancia.
Afirmaba el escribidor en su página, que abordaba de manera particular los bustos de Mella emplazados en La Habana, que nunca le vio sentido al que se colocó en la Manzana de Gómez, pues nada tuvo que ver dicho inmueble con la vida y la trayectoria del dirigente estudiantil. El busto fue colocado en ese lugar por empeño de directivos de las varias escuelas que empezaron a funcionar en el edificio tras el triunfo de la Revolución.
Discrepa Hernández Otero. Dice que antes del 10 de enero de 1964 se dio a la Manzana el nombre oficial de Julio Antonio Mella. Francamente, no he encontrado ese dato en ninguna parte; no lo registra Ana Cairo en su Mella cien años, ni tampoco Erasmo Dumpierre en el acápite Presencia del héroe, que incluye al final del esbozo biográfico de Mella que publicó en 1975. Ni el historiador Emilio Roig en La Habana; apuntes históricos.
Con la prisa con la que se vivía en aquellos tiempos y el grado de provisionalidad e improvisación que los caracterizaba, no creo que el cambio de nombre, si es que se hizo, lo que no dudo, fuera respaldado por un acto oficial, fuera cual fuera, sino que resultó fruto de una determinación feliz, y que, a la postre, se quedó en sí misma. Nadie identificó el edificio con el nombre del líder estudiantil, sino que para todos siguió siendo la Manzana de Gómez, como lo seguirá siendo a partir de ahora el hotel de lujo en que se transformó el viejo inmueble.
Aunque sin conocerla, Jorge Domingo no está de acuerdo con la aseveración de Hernández Otero. Expresa que la más importante de las escuelas que se abrieron en la Manzana llevaba el nombre de Mella, y eso determinó que se colocara el busto en ese lugar. «Algo totalmente lógico», puntualiza Domingo. Trasladada la escuela, digo yo, nada tenía que hacer allí el busto de Mella.
Como se vio en mi página del día 7, el más importante de los bustos de Mella que se localiza en La Habana es el de la plaza que lleva su nombre, en la intersección de la calzada de San Lázaro y la calle L, frente a la Escalinata universitaria. Es obra de Tony López, autor asimismo de un busto de Antonio Guiteras. Otro busto de Mella, obra de Enrique Moret, se haya frente a la Estación Central de Ferrocarriles.
Sobre esas dos piezas se pronuncia también Jorge Domingo en su mensaje. Sobre el de Moret, dice el escribidor que se erigió en 1949, que es lo que refiere Ana Cairo en su Mella cien años. Domingo acude a La escultura en Cuba en el siglo XX, documentado estudio de José Veigas, y apunta que es de 1944, «una fecha —puntualiza— en que los comunistas compartían el poder con Batista y no les fue difícil que se aceptara la colocación de esa pieza. Moret era comunista». Ana Cairo señala, en cambio, que 1949 fue un año significativo en la remembranza pública del fundador de la FEU, no solo por el busto de Moret en cuestión, sino porque en esa fecha Ángel Augier publica en la revista Bohemia su Cómo era Julio Antonio Mella, que compila testimonios de Marinello, Sarah Pascual, Gustavo Aldereguía, Aureliano Sánchez Arango, y que, entre otros recuerdos, recoge los de Oliva Zaldívar, la viuda de Mella, que habló solo esa vez en público acerca de quien fue su esposo.
Con relación al busto de Guiteras esculpido por Tony López, Jorge Domingo supone que es el que se encuentra en el Anfiteatro de La Habana, con lo que concuerda el escribidor. Sin embargo, un lector que firma GMM su mensaje electrónico, dice que no, que es el que se aprecia en la calle 54 entre 27 y 29, en Marianao, junto al espacio que se conoce como La Lavandería. Otra precisión más: la sastrería del padre de Mella es, como dijo el escribidor en su página del día 7, la que está en Obispo. No El Sol, en la misma Manzana de Gómez, que, como recuerda un lector que firma Luis su mensaje, tenía una divisa que rezaba: «Sastres anatómicos y fotométricos».
Hay gente que supone que un periodista debe decirlo todo en su página, y que si no lo dice, es porque no lo sabe. Como si el escribidor no lo supiera, Jorge Domingo refiere en su mensaje que el busto de Mella en la Manzana sustituyó al de Andrés Gómez Mena, alias Chichón, y cuenta la historia que conté a los lectores el 5 de diciembre de 2010. Andrés, que era el dueño de la Manzana, se propasó o tuvo amores clandestinos con la esposa de un relojero que tenía su pequeño establecimiento en el edificio. Parece que la relación no fue tan oculta, pues el relojero se enteró de lo que sucedía y mató a Chichón en la propia Manzana, el 11 de enero de 1917, por lo que pasó muchos años en prisión. Pepe, hijo de Andrés, que se convertiría entonces en la cabeza de los negocios de la familia, sería asimismo víctima de un atentado, del que salió con vida, historia que también conté el 12 de diciembre de 2011.
Ángel Machado Palomino trabajó durante muchos años para Pepe Gómez Mena, que decía tenerlo como su hombre de confianza. Cuando por el vencimiento de una hipoteca, el presidente de la Compañía Azucarera Gómez Mena se apoderó del central Resolución, en Quemado de Güines, pidió a Machado Palomino que lo pusiera a punto. Por los años que el ingenio llevaba inactivo y sus tierras abandonadas, se trataba de una empresa titánica y, en pago, el patrón prometió al empleado hacerlo su socio, palabra que no cumplió llegado el momento, pese a las reclamaciones de Machado Palomino, que se vio obligado a renunciar. Exigió este entonces una compensación de 200 000 pesos y tuvo que salir del juego con solo 10 000. Por eso juró vengarse y en la mañana del 29 de enero de 1951 lo esperó en los portales de la Manzana, por Zulueta, lo siguió hasta el vestíbulo y al grito de ¡Así te quería coger! le metió tres balazos en la caja del cuerpo. La agresión fue ripostada por un agente de la Policía Secreta que, de manera casual, se hallaba en el lugar del hecho. Machado Palomino resultó muerto a tiros. Llevaba cartas en el bolsillo en las que explicaba al juez de instrucción y a su familia el porqué de su acto.
Julián de Zulueta fue un importante hombre de negocios y una figura política de primer orden. Marqués de Álava, vizconde de Casa Blanca, coronel de Milicias, coronel de Voluntarios, cónsul del Real Tribunal del Comercio, consejero de Administración de Hacienda, concejal y alcalde de La Habana en varias ocasiones, diputado a Cortes, senador vitalicio del Reino y gobernador político interino de la Isla de Cuba.
Era propietario de varios ingenios azucareros, accionista de la firma constructora del ferrocarril de Marianao, contratista del derribo de las murallas de La Habana e iniciador de la construcción del edificio que sería conocido como la Manzana de Gómez, donde se emplazaría —fue su idea— un gran centro comercial, similar a los actuales, en los que coinciden varios establecimientos. Constructor con su propio peculio del ferrocarril Zaza-Caibarién, enriquecido con la trata de esclavos y de chinos, formó parte del grupo de hacendados y prestamistas de origen español que asumió el control del Diario de la Marina y lo convirtió en vocero de sus intereses. Una ciudad de la región central y una calle habanera llevan el nombre de quien fue un enemigo recalcitrante de la independencia de Cuba y uno de los grandes promotores del capitalismo en la Isla. No se puede escribir la historia de la economía cubana del siglo XIX sin mencionarlo.
A la muerte de Zulueta, la Manzana, aún sin concluir, pasó a manos de los Gómez Mena. Dice Guillermo Jiménez que Pepe Gómez Mena era además dueño de cuatro centrales azucareros, una destilería, un molino arrocero, tres fábricas de bloques… Fue de los hombres más ricos de Cuba. Supo estar al día en lo que adelantos tecnológicos se refiere: el primero en electrificar un central azucarero, en aplicar el regadío en gran escala, en estimular la repoblación forestal y emplear el alcohol como combustible nacional. Fue Ministro de Agricultura en el breve Gobierno de Miguel Mariano Gómez, Presidente del Instituto Cubano de Estabilización del Azúcar, Vicepresidente de la Asociación Nacional de Hacendados de Cuba… Notable yatista, se destacó en el deporte de la pesca y fue comodoro del Vedado Tennis Club.
Gómez Mena casó en segundas nupcias con Elizarda Sampedro. Su hija Lilian, fruto de su primer matrimonio, casó con Alfonso Fanjul Estrada, y Lían, la hija de ambos, casó a su vez, con 17 años, con Norberto Azqueta, en lo que se considera el acontecimiento social más notable de la vida republicana.
El dinero llamaba dinero.
Andrés Gómez Mena mereció el calificativo de Chichón por un quiste de sebo que tenía en la cabeza. El busto con que se le rindió homenaje en la Manzana respetaba esa característica. Curiosamente, el busto de Mella situado en el cruce de la galería comercial de la Manzana lucía una especie de protuberancia en la frente que, por efecto de la luz, que le venía de arriba, parecía acentuarse según desde donde se le mirara.
Hace ya algunos años, dos de los miembros más jóvenes del clan Gómez Mena estuvieron en Cuba. Querían ver las propiedades de la familia, aunque algunas, como la casa de la Cancillería, en la calle Calzada, las habían perdido por deudas justo antes del triunfo de la Revolución. Vieron la residencia de Pepe Gómez Mena en el Gran Bulevar del Country Club —actual 146— y la casa de la calle 80 en el reparto Larrazábal, y se extasiaron en los salones del palacete de la tía María Luisa, condesa de Revilla de Camargo, que alberga hoy el Museo de Artes Decorativas. Visitaron el edificio Gómez Mena, en Obispo y Aguiar; el edificio de los Hacendados, en la calle Zulueta, y el local que ocupó el Automóvil Club, en Malecón. Recorrieron también los portales y la galería comercial de la Manzana de Gómez. Tiempo después de ese periplo entraron en relación con el escribidor a quien contaron su aventura cubana.
Decían que en la Manzana sintieron la emoción de ver cómo pese al paso del tiempo y los cambios de todo tipo que se operaron en el país, se había respetado el busto del tío Chichón. La protuberancia notable en la pieza que representaba a Mella, les hizo recordar el chichón de Chichón, a quien, por supuesto, no conocieron y los había confundido, y de qué manera. Así se lo hice saber. Ahora escriben de nuevo. Se congratulan de que el banco de Pedro Gómez Mena siga anunciándose en el hotel Manzana…, en los portales que dan a la calle Zulueta, como hace decenas de años.
Ya no está en la Manzana el busto de Chichón ni el de Mella. El primero, no se sabe adónde fue a parar. El otro, espera tal vez por un nuevo destino.
(Aprovecho para responder la pregunta de Mercy, lectora que firma así su mensaje electrónico: la estatua de Schubert, que se hallaba en la esquina de Línea y G, se encuentra depositada, me dicen, en 5ta. entre D y E, Vedado).