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Que el pastel es grande y quieren su tajada. Dos firmas que perdieron en la decisión final del ejército de Estados Unidos al otorgar el trabajo de abastecer a las tropas en Iraq y en Afganistán, están reclamando que se reabra la puja. Y no es para menos, el contrato es probablemente el de mayor volumen ganancial desde que el fatídico 11 de septiembre de 2001 se convirtiera en panacea para los bolsillos de las industrias relacionadas con las guerras.
Las compañías mercenarias entre las que se chupan los dedos. La IAP Worldwide Services y el Contingency Management Group patalean porque la decisión sobre el programa de logística civil, conocido como LOGCAP IV, ha favorecido a tres compañías bien conocidas en el negocio bélico: Fluor Intercontinental de Greenville, Carolina del Sur; DynCorp Internacional de Fort Worth, Texas —que por cierto algunos de sus mercenarios recién participaron en el asesinato de un taxista iraquí en Bagdad que osó cruzarse con uno de sus convoy de protección de diplomáticos—, y una de las filiales de la omnipresente empresa Halliburton que una vez estuvo dirigida por el vicepresidente Dick Cheney, la KBR Services de Houston.
Estas tres se dividirán el nuevo premio gordo: 150 000 millones de dólares, que representarán para cada una de las agraciadas un cheque de 5 000 millones anuales durante diez años. Y esto da otra pista adicional: Washington espera pasarse una década extra en los dos países, ocupados con el pretexto de la guerra contra el terrorismo.
De todas formas, la decisión tomada en octubre reparte el pastel entre tres, porque hasta entonces solo comía el famoso conglomerado petrolero Halliburton, mediante su KBR, que todavía goza del contrato conocido como LOGCAP III, a pesar de que no ha llevado muy bien las cuentas y ha sido «incapaz» de justificar cientos de millones de dólares de ganancias por un trabajo muchas veces criticado.
El Army dice estar motivado ahora por una determinación: «no correr los riesgos» de un solo proveedor. Sin embargo, KBR ganó nuevamente la «licitación», a pesar de la desconfianza de los legisladores demócratas y del informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Iraq, quien dijo que los empleados de la compañía vivían en mejores casas que las tropas estadounidenses y el personal civil empleado para apoyar a las fuerzas militares en el país mesopotámico.
Pero, luego de escándalos van y vienen con la empresa de Cheney, nadie en el Pentágono se atreve a revertir esa canalización de los dineros, ni siquiera las protestas hechas ante la Oficina de Responsabilidad del Gobierno (GAO) por las otras poderosas empresas no gratificadas. Tampoco toman en cuenta la decisión de esa instancia de control de que se revisen las propuestas de todos los competidores por el suculento plato de los 150 000 millones de dólares. Esta puede caer en oídos sordos —o hasta taponados por buenas coimas, diría cualquier malpensado.
Los LOGCAP, o contratos para garantizar la logística civil que incluyen provisiones y servicios de todo tipo, desde comidas hasta lavandería, existen desde 1992, toda una privatización dentro del sector militar luego de que terminara la Guerra Fría; y como vemos, las guerras en caliente le han sido mucho más provechosas.