Inter-nos
«No quiero, no quiero, échamelo en el sombrero», este era uno de los muchos dichos y refranes con que mi abuela matizaba su conversación, en este caso para ridiculizar a quienes de boca para afuera hacían una declaración, cuando en realidad anhelaban lo contrario.
Y viene como anillo al dedo cuando revisas algunas de las últimas declaraciones de Carlos Gutiérrez, el secretario de Comercio de Estados Unidos, convertido en vocero expreso de la administración Bush para los ataques contra Cuba, y las comparas con la mirada de buitre sobre La Habana —y también sobre el resto de nuestro archipiélago— que tienen ciertos personajes de Miami dispuestos a recuperar a como sea «sus propiedades».
Gutiérrez —quien en lo personal sangra por la herida de una plantación de piña que sus padres «perdieron» con la Reforma Agraria— es mucho más que el secretario de Comercio de la administración bushiana, pues prefiere dedicar buena parte de su tiempo a su otra asignación: instrumentar el Plan Bush desde su cargo de segundo al mando de la Comisión para su implementación.
Y empuja como es, en el propósito de derrocar, a como dé lugar, a la Revolución Cubana, y revertir todo lo que el pueblo ha edificado desde 1959, entregar la nación con todas sus riquezas a los monopolios estadounidenses, y reembolsarla, como regalo en bandeja de plata, a los nacionales que la esquilmaron para cimentar las fortunas que lograron llevarse a Miami o tenían ya aseguradas en los bancos del norte.
Pero Gutiérrez, cuya firma avala junto con la de Condoleezza Rice, la secretaria de Estado, las páginas del documento anexionista que pregona «este es un tiempo para acciones rudas», intenta de vez en cuando ponerse el disfraz de inocente conejito para desvirtuar lo que queda más que claro en el Plan Bush: cuando acaben con Cuba y su gente devolverán las propiedades, y enterrarán la seguridad social junto con la enseñanza y la salud gratuitas a golpe de paletadas de escuelas y hospitales privatizados. Así aspiran a darle a la Isla «un futuro mejor».
Con ese propósito, por un tiempito se dedicó a decir que no pretendían quitarle la tierra a los campesinos o las casas a quienes las habitan, aunque otros se encargan de demostrar las verdaderas intenciones. Entonces caemos en TerraFly, un sitio en Internet en el que cliquean a diario los que aspiran a regresar como conquistadores...
La fauna depredadora miamense ha encontrado, en las posibilidades que ofrece el sitio web, un lugar para soñar con la pesadilla que preparan para el pueblo cubano. El programa TerraFly permite a vuelo de pájaro —o de satélite— una vista en close-up de la ciudad de La Habana y además la posibilidad de que los anticubanos de la Florida pongan en juego sus reclamos sobre sus casas perdidas...
Mil edificios han sido fotografiados con cámaras GPS, y se marcan las coordenadas geográficas de su ubicación, y «nuestra meta es fotografiar cada edificio de La Habana», dijo Naphtali David Rishe, director del Centro de Aplicaciones Regional de la NASA en la Universidad Internacional de la Florida en su sede en Miami, y jefe del proyecto TerraFly.
Y allá van los cubanos que fueron casatenientes o sus herederos, como Juan que se mata, para surfear en TerraFly, mirar La Habana, hacer un click y un link (vínculo) para registrar su reclamación, establecer una declaración jurada, notariarla y enviarla al Centro que dirige Rishe, quien sabe perfectamente qué hacer con ellas: «las enviaremos a un gobierno cubano democráticamente elegido».
De comentario, utilizo la opción que personalmente prefiero: la muy cubanísima y clásica trompetilla. Pero no puede la risa a que mueven, hacernos cerrar los ojos. Los propósitos están claros en el Plan Bush y de poderlos poner en práctica entrarían arrasando...
Sin embargo, el sábado, Carlos Gutiérrez parece haber puesto los pies sobre la tierra: no le quedó más remedio que reconocer que su jefe George W. Bush podría dejar la Casa Blanca sin ver ninguno de esos cambios.
El copresidente del Plan Bush reaccionaba así a unas declaraciones del presidente de nuestra Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, a la CNN, sobre el buen estado de salud de Fidel, una realidad que este martes tuvo la oportunidad de constatar pues hasta algunas televisoras estadounidenses pasaron en vivo la comparecencia del Comandante en Jefe en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana. Ahí estaba, recuperado y alerta, como siempre.
Nada, que una vez más se cogen la punta del dedo con la puerta.
Pero no es cosa de darle la espalda a las amenazas permanentes a nuestra integridad como nación, pues con el empecinamiento de un niño al que le quitaron su juguete preferido, Gutiérrez volvió a subirse en el satélite para ver La Habana a vuelo de buitre, y repitió obcecadamente: «Tiene que haber cambios en Cuba. Somos firmes en eso. Tiene que haber un cambio en la isla».