Frente al espejo
«¡Ay, Duende! No te imaginas lo que me ha hecho sentir esta Tecla (Basilisa, Tecla del Duende, 2 de agosto). Cuando niña tenía un libro igual. Me hechizaba el alma y ponía alas a mis sueños infantiles. Alimentó mi imaginación incipiente y me encadenó a aquellas páginas brillantes que me contaban de reinos, de los zares Iván y Marfa y de milagros tangibles, mientras aquel libro permaneciera en mi regazo. No sé cómo llegó a mis manos, y tampoco sé cómo desapareció... Si alguna pérdida he considerado irreparable fue la de mi libro verde. Pero ahora mismo, leyendo tus palabras llego a creer que no puede ser coincidencia. Pienso que tal vez aquel libro no está hecho para echar raíces en sitio alguno, sino que vuela. Alimenta el alma de algún niño y cuando sabe que ha legado a su espíritu la dosis precisa de imaginación y sensibilidad, se escapa mágicamente a regalarle a otros su encanto... Gracias a tu Tecla, he podido sostenerlo otra vez entre mis manos…». (M.M.P.)
«Amigo periodista: las barbaridades y obscenidades que sufrimos en la calle no son solo manifestación de maltrato a nuestro idioma materno (Palabras malas y mal dichas, Heriberto Cardoso Milanés, 2 de agosto). Generalmente son parte de la agresión y el propio maltrato que sufrimos y ocasionamos directa y frecuentemente. Nuestro vocabulario es al fin y al cabo solo el vehículo que utilizamos para maltratarnos y faltarnos al respeto...». (Nieves)
«Así mismo, José Luis. Héctor “nunca estuvo ni estará dominado” (Héctor “no está dominado”, José Luis López Sado, 24 de julio). Su hidalguía es saeta que encauza el rumbo de la narración deportiva cubana. Ese golpe bajo del cáncer que le arrancó el suspiro no podrá jamás arrancar de nuestras vidas la vibrante voz que late junto al corazón de su pueblo». (José Antonio Mora Despaigne)
«Sencillamente fascinante, muy ameno y digno de esta época que vivimos (Al cuerpo lo que es del cuerpo, Mileyda Menéndez Dávila, Sexo sentido, 28 de julio). Las féminas, a continuar liberándose y ocupar el lugar que les toca; y nosotros los varones, a procurar que nuestra sexualidad siga el camino de la desmitificación —y mucho más que eso— y no el del patriarcado-machista que hemos heredado y resulta ya muy molesto para nuestro propio desempeño». (Otelo)