Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tras la huella de un teléfono «muerto»

Un laberinto intermitente de incomunicación sin feliz desenlace hasta hoy se desató el 26 de diciembre de 2024, cuando el teléfono fijo de Margarita Barrios Sánchez amaneció sin tono, en su hogar de Masó Nro. 156, apto. 3, entre Enrique Villuendas y Aranguren, en el municipio capitalino de Cerro.

Al otro día, ella reportó el asunto al 114, con el número 9518271. Pasaron días y casualmente se acercó a unos trabajadores de Etecsa que laboraban en un poste cercano. Les  contó la situación. Ellos buscaron entre los reportes que llevaban, y no estaba el de ella. Hay un cable con problemas, dijo uno de ellos. Son muchos teléfonos interrumpidos, y los reportes que tengo son de noviembre, anteriores al suyo.

El 31 de enero pasado ella acudió a Atención a la Población de Etecsa en Carlos III. Allí la atendió Inés, muy amable. Le dijo que había una coraza que se había inundado, y a partir de eso, el cable 84 tenía problemas. Afectaba a 200 teléfonos, entre ellos el suyo. Y aunque se trabajaba en ello, la recuperación sería lenta. Y que Margarita la llamara para saber si ya se lo habían reparado. Y le solicitó el número de su móvil.

El 19 de enero Inés la llamó al móvil, y la cliente le informó que su teléfono seguía «muerto». Inés le dijo que se seguía trabajando y pronto estaría reparado. Le dio un plazo de unos 20 días.

El 13 de marzo Margarita descubrió, ¡feliz sorpresa!, que su teléfono tenía tono. Revisó el Nauta Hogar y estaba perfecto. Todo funcionaba. Pero el 18 de marzo… ¡oh, triste evidencia!, de nuevo estaba desconectado.

Hizo un nuevo reporte, el 008931. Y le dijeron que el teléfono tenía un falso contacto, y el problema con el cable venía de unas lluvias en junio de 2024. Ella aludió a que su teléfono se rompió en diciembre. Le respondieron que eran muchos teléfonos averiados y el de ella, uno más. Margarita insistió en que un falso contacto causa problemas en la conexión, y su teléfono cuando funcionó esos cinco días lo hizo perfecto. Le respondieron al final que así estaba reportado por los técnicos.

El 20 de marzo ella fue a ver a Inés. Le dijo lo sucedido, y aquella le respondió que su reporte estaba abierto, que su teléfono no había sido reparado. Y argumentó: la lluvia, la coraza, el cable, que debía tener paciencia.

Margarita le planteó cómo era posible que su teléfono tuviera tantos problemas y hubiera funcionado perfectamente durante cinco días sin ruido, con una conexión eficiente del Nauta. E Inés le respondió: Mi trabajo es este, yo no he estado nunca en un poste. No te puedo contestar eso.

El pasado 7 de abril de nuevo el teléfono «resucitó», y con conexión a internet. Y a los dos días «muerto». Al llamar al 114 y el 118 le dijeron que el reporte suyo estaba cerrado por los reparadores. O sea, dado por resuelto. Y al contar la «verdad verdadera», le indicaron que debía hacer de nuevo el reporte en el 114.

«Esta larga historia vuelve a comenzar, dice.  Mi esposo, teniente coronel jubilado del Minint está contratado como asesor en el policíaco cubano Tras la Huella. Y yo soy periodista de Radio Reloj; razones por las cuales el teléfono y la conexión a internet son imprescindibles para nuestras respectivas labores», concluye.

Sin servicio y sin arreglo

Gipsy Acosta Rojas (Arzobispo Nro. 60, entre San Salvador y Suzarte, Cerro, La Habana) cuenta que lleva nueve meses con el servicio telefónico interrumpido desde que en julio de 2024 hubo unas intensas lluvias. Lo reportaron, y su esposo, el titular del servicio, se ha personado en la sucursal de Etecsa en Diez de Octubre.

«Hemos hecho cuantas gestiones se han podido realizar, dice, desde reportar la falta de servicio, dar la queja por teléfono en varias ocasiones, ir a Etecsa de Diez de Octubre. Llegamos a pensar que era el equipo.

«Las primeras veces era el par, luego la cajita del teléfono de la casa. Siempre son justificaciones y no remedian nada. Por último le dijeron a mi esposo que estaban poniendo unas cabinas en el municipio en enero…

«La solución que nos han dado es la de los minutos al móvil de mi esposo, que por demás es trabajador. Y lo fundamental es tener comunicación con mi mamá, que es una persona bien mayor. Todos trabajamos, y ella permanece más de diez horas diarias sola en casa, teniendo sus enfermedades de base. Mi hija mayor es epiléptica y siempre necesitamos tener comunicación con ella.

«Para ir a Etecsa los viernes para reclamar el derecho que tenemos como usuarios debemos dejar de trabajar, y al final no le dan solución alguna a mi problema, simplemente anotan la queja. Hasta estos momentos continuamos sin servicio y sin solución, no sé por cuántos años», termina.

Para que lleguen  sus quejas  o planteamientos  a  esta sección, usted deberá enviarlos al correo lectores@juventudrebelde.cu, sin olvidar su nombre y apellidos y la dirección particular donde reside.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.