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Raciel Guanche Ledesma

Acuse de recibo

Una abuela desesperada

María Luisa Yero Herrera a sus 86 años no sabe qué hacer con la situación que atraviesa su nieto. Ella escribe desde la ciudad de Holguín, y reside justo en la Calle 12, Edif. 5-B, entre Maceo y Mártires, reparto El Llano.

En su misiva a la sección explica que es una señora viuda, que tiene un nieto con trastornos mentales y que este se encuentra invalidado debido a una fractura de cadera.  Según refiere María Luisa, su nieto está hoy en estado de desamparo total, porque sus padres fallecieron recientemente.  

Las ayudas que recibe su descendiente, agrega, se reducen casi a la mano que le tienden algunos vecinos conmovidos por la compleja situación. «A él le dan a través del sistema de atención el alimento, pero en ocasiones tampoco le llega porque no tiene quien lo atienda directamente», precisa.

Asegura, el caso lo han presentado a distintas instancias: atención a la población, Salud Pública, al delegado de la circunscripción y los trabajadores sociales. Sin embargo, «hasta el momento no se han tomado medidas para aliviar el crítico panorama que atravesamos», reconoce.

Como una abuela angustiada y desesperada viendo la situación se cataloga esta holguinera, quien confía siempre en la humanidad y los principios de este país. De ahí que abogue en su carta por la voluntad para que su nieto no quede abandonado.

El teléfono salió peor del taller

El pasado día 2 de diciembre, José Millet (calle 22 No.17 (altos) e/ 25 y 27, reparto Pueblo Nuevo, también en la provincia de Holguín), entregó su equipo telefónico marca Panasonic en el taller de reparaciones de Etecsa, correspondiente a la sucursal de la ciudad holguinera, para que le compusieran algunas teclas que no funcionaban bien.

José comenta que el día 11 le fue entregado el equipo, acompañado de un documento con dictamen técnico que suscribía daños en la «placa» del teléfono. Eso impedía, según le explicó la funcionaria que lo atendió y devolvió el equipo, poderle reparar la avería.

Pero al llegar a su casa la sorpresa de José fue grande. Resulta que cuando le instaló la cablería habitual al teléfono, asegura, «lo habían dejado inservible y no recibía siquiera las llamadas». Una función esta última que, reconoce, sí la realizaba hasta el instante de desconectarlo para ir al taller.

«Es evidente que los “reparadores” me lo dañaron y, lejos de solucionar el problema, ahora estoy mucho peor», dice. José solo insta a que le den una solución práctica e inmediata después del mal trabajo para poder comunicarse vía telefónica, al menos, como lo hacía antes de llevar el equipo al taller.

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