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Digitalizado, pero decide el factor humano

El pasado 21 de octubre, Ángel Manuel López Acosta decía aquí que desde noviembre de 2023 solicitó al Registro del Estado Civil de La Esperanza,  municipio villaclareño de Ranchuelo, la inscripción de matrimonio de sus abuelos asentada en el Registro de Guayos, municipio espirituano de Cabaiguán. Y lo hizo en la  página web del Ministerio de Justicia: https://certificaciones.minjus.gob.cu.

Y a pesar del tiempo transcurrido, de las repetidas solicitudes electrónicas hechas, y de presentarse personalmente dos veces en dicho Registro en todo ese tiempo, aún no la tenía en su poder.

«No entiendo, añadía, cómo un servicio con gran demanda sea tan engorroso de realizar… Estoy consciente de la situación que afronta el país, y por eso no puedo presentarme con más frecuencia en ese Registro Civil, pues no soy de la provincia de Sancti Spíritus.

«Ellos exigen que se realice la solicitud por Ticket, pero lograr hacer una reserva en ese registro se hace extremadamente difícil. Nunca hay espacio para reservar. Y pagar para entrar en la lista de espera es un suicidio, pues lo he hecho otras veces y no ha sido viable.Comunicarse telefónicamente no es posible, el teléfono nunca es atendido. Acudo a esta vía para, de alguna forma, recibir respuesta de personas competentes con el asunto y el problema que planteo», concluía.

Al respecto, responden Ania María Aparicio Albelo y Marisel Quintero Rodríguez, directoras provinciales de Justicia de Villa Clara y Sancti Spíritus, respectivamente, que el documento al fin fue expedido y entregado al solicitante el 24 de octubre por el Registro del Estado Civil de La Esperanza, luego de la comunicación y gestión realizada entre ambas direcciones provinciales de Justicia.

Señalan que la digitalización de los registros del Estado Civil ha permitido que más de un millón de personas solicitaran las certificaciones por la vía online, y, además, que se agilice la entrega de la certificación con independencia del lugar del país en que se soliciten.

Pero cuando en ese proceso hay faltas asociadas al desempeño de los recursos humanos, añaden, suceden los hechos por los que lamentablemente tuvo que pasar Ángel Manuel López Acosta, asociados a fallas en la comunicación entre los registros y la ineficiencia en el uso de las herramientas informáticas en función de las respuestas a las solicitudes de la población.

Exponen que la solicitud por la vía online de la certificación fue hecha al Registro del Estado Civil de La Esperanza el 7 de diciembre de 2023. Y aunque su registradora al día siguiente la recibió y asignó al Registro de Guayos por no encontrarse insertada en el sistema informático del Registro del Estado Civil, no dio seguimiento a la respuesta fuera de término.

Ante ello, el usuario, en el afán de lograr la certificación se dirigió al Registro del Estado Civil de Guayos, donde fue infructuosa su gestión al explicarle allí la técnica jurídica que en el momento no podía ser entregada, pues para ello requería la cita por la aplicación Ticket. Y se comprometió a que sería insertada la inscripción, lo que nunca sucedió. Tampoco fue advertido por la registradora a cargo.  

Indican que esas omisiones son violaciones de las indicaciones y procedimientos establecidos por el Ministerio de Justicia para ese servicio. Por ello, a la registradora del Estado Civil de La Esperanza, se le aplicó amonestación pública ante el consejo de dirección.

Y a la registradora principal del Registro de Guayos, democión temporal a un cargo de menor remuneración y calificación en condiciones laborales distintas por el plazo de seis meses, con derecho a reincorporarse a su plaza.

A las técnicas jurídicas auxiliares de esta última oficina registral, se les aplicó amonestación pública ante el colectivo laboral, y multa del 25 por ciento del salario de un mes, por el maltrato ocasionado a partir de orientaciones inadecuadas, que, en modo alguno, se corresponden con las establecidas, y que dilataron mucho más en el tiempo la solución al caso.

De esta historia y otras publicadas en nuestra columna, se deduce que aún con la digitalización de esos servicios siempre será el factor humano el que decida o no la eficiencia y calidad de los servicios.

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