Acuse de recibo
«Los apagones justifican algunas cosas, pero no todas», manifiesta Jesús Miguel López, residente en Alemán 159, entre Candelaria y San Cristóbal, en Santa Clara. Y narra su calamitosa y complicada historia con el Correo Central de esa ciudad.
Refiere que está suscrito al Juventud Rebelde dominical, pero él trabaja de lunes a viernes fuera de la ciudad. Y Correos de Cuba allí tiene establecido que los pagos de la suscripción de dicho periódico se realicen entre los días 13 y 26 de cada mes en el horario de 8:00 a.m. a 11:00 a.m., en el cual se encuentra abierto el correo central.
Esas dos condiciones o requisitos, considera, solo le dejan dos sábados de cada mes para realizar los pagos. Y ahí comienza el problema, pues luego del paso de la COVID- 19, cuando se normalizó la vida en todo el país, la jefa del Departamento de Prensa de dicho correo, que debe ocuparse del cobro de la suscripción y la entrega del recibo de pago, comenzó a plantearle que ella trabajaba un sábado sí y uno no.
«Cuando lograba contactar con ella por teléfono días entre semana, recuerda, casualmente siempre había trabajado el sábado anterior. Por tanto, el próximo no le tocaba. Y cuando la encontraba en el correo e intentaba averiguar cuál sábado del próximo mes le tocaba laborar para ir a pagar, la respuesta era: “No le puedo dar esa información, porque no la conozco”.
«Posteriormente el caso evolucionó a “no venga más a pagar los sábados, porque los sábados yo no trabajo”. Le expliqué que tendría que presentar una queja. Y la respuesta fue rotunda: “Quéjese”. Finalmente, el pasado sábado 18 de mayo, cuando me personé en el correo para realizar el pago correspondiente al mes de junio, no había electricidad.
«En cuanto entré por la puerta del correo, ya ella me estaba diciendo: “Hoy no puedo cobrar el periódico porque el fondo del correo está oscuro, y no veo”. Traté de hacerle ver que no era necesario ir al fondo del correo, puesto que con la luz diurna que había en el salón de entrada era más que suficiente para hacer el cobro y entregar el recibo de pago.
«Pero aun así, continuó negándose rotundamente a hacerlo. Cuando le planteé que apenas me iba a quedar el próximo sábado para pagar, la respuesta fue: “Haga lo que le parezca”.
«Quiero destacar que en ese momento, debido a la falta de electricidad, los trabajadores del correo, incluida ella, se encontraban sentados en los asientos cercanos a la puerta de entrada. Y que lo narrado ocurrió delante de todos ellos.
«Finalmente, si alguna autoridad decide tomar cartas en el asunto, la invito a que contacte conmigo por medio del teléfono 42281351 en horario laboral, para mostrarle los recibos que se me entregan cuando hago los pagos. Así, pudiera juzgar si era necesaria electricidad o no. Porque los apagones justifican algunas cosas, pero no todas», concluye.
¿Será que a esos que no dejan ninguna alternativa de brindar un servicio, se les ha apagado el deber y el deseo de trabajar?