Acuse de recibo
El pasado 29 de agosto, y desde calle 1ra., No. 16210, entre 162 y 162 D, en la Zona 1 del reparto Alamar, en La Habana del Este, en La Habana, Humberto Ramírez Salazar reveló la agónica situación con el suministro de agua de ocho viviendas vecinas, entre ellas la suya.
Paradójicamente, señalaba que las otras casas próximas no experimentaban la misma situación. Podían regar sus jardines y hasta algunas llenaban sus respectivas piscinas. Incluso, frente a la vivienda de Humberto, a una fregadora de autos nunca le faltaba el agua. Por eso Humberto no entendía, nadie en su lugar entendería.
El remitente se cuestionaba por qué en esas ocho viviendas afectadas se pasaban hasta tres ciclos de suministro del preciado líquido y no les llegaba ni una gota de agua. Y cuando llegaba, sostenía, solo duraba una hora u hora y media.
Humberto revelaba que la compañera Yanelis, al frente de la oficina de Aguas de La Habana, muy cerca de allí, conocía de las quejas continuas de esos vecinos afectados. Pero, según Humberto, «ni siquiera responde a los mensajes de reclamación; y se supone que ella despache los martes por la tarde con la población, pero jamás he podido verla».
El reclamante llegó a pensar, sin una atención y respuesta, que allí no abrían las válvulas como es debido. «No hay ninguna obstrucción, decía. Demostrado está que en las pocas ocasiones en que la suministran, entra. Y casi todos los afectados tenemos edades avanzadas. Yo tengo que cargar hasta 30 botellones de cinco litros de la sede de la FMC, para lo imprescindible, ¡a 80 metros de distancia!
«¿Por qué tenemos que pasar por este sufrimiento denigrante, con algo tan vital como el agua? Y muy cerca se desbordan las cisternas de los edificios de 12 plantas. Estoy harto de escribirle a Yanelis, y de dejar reportes con la recepcionista. Y ni siquiera se molestan en responder o visitarnos para investigar nuestra situación», concluía.
Al respecto, responde Mariyorkis Medina Merencio, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que la fuente de abasto El Gato, la encargada de abastecer de agua a la localidad de Alamar, presentó rotura de varios de sus equipos de bombeo, lo que provocó serias afectaciones en la prestación de su servicio.
Con el arribo al país de varios de esos equipos, agrega, se realizó la sustitución de los equipos dañados, y se restableció el servicio a sus condiciones habituales.
Manifiesta que en visita de inspección realizada por Reinier Boza Villar, funcionario del Centro de Incidencias de los Servicios que atiende el municipio de La Habana del Este, se pudo comprobar que se encuentran recibiendo el servicio de manera estable y adecuada.
Y finalmente señala que «el promovente firmó la hoja de la entrevista con cierta inconformidad, exponiendo sus razones».
Y como la respuesta llegó acompañada de la copia del modelo de entrevista que se le hizo a Humberto, reproduzco las «razones» del cliente:
«Agradezco que se hayan ocupado de nuestro caso. Ha sido un problema extremadamente bochornoso por la falta de atención y de darle solución a un problema que venía desde abril. En este momento la situación ha mejorado, y ya puedo llenar la cisterna los días que hay agua».
Agradece también este redactor que se haya resuelto el problema pero cuando se lee la respuesta y se coteja con lo que Humberto denunciaba, entonces, ¿por qué había agua, hasta para llenar piscinas y abastecer una fregadora de autos, y a solo unos metros ocho viviendas no la recibían igualmente? Eso había que dilucidarlo.
Uno llega a entender la inconformidad del reclamante. No se esclarecen tampoco los argumentos de Humberto sobre la funcionaria de Aguas… en el territorio, que ni le respondió ni le atendió. Una respuesta ligera y precipitada en el mejor de los casos, que deja cabos sueltos y omisiones, puede ensombrecer la transparencia y dejar espacio para la duda.