Acuse de recibo
Nicasio Vázquez González escribe desde Leoncio Vidal No. 98, en Corralillo, Villa Clara, para alertar sobre la necesidad de modificar procedimientos obsoletos que complican los trámites de sucesión para cobrar saldos bancarios. Y lo hace a propósito de una cuenta a plazo fijo que abrió su mamá en 2010 en el Banco Popular de Ahorro (BPA) por la suma de 7 000 pesos, a favor de sus cuatro hijos.
Ya fallecida ella, al tratar de obtener el pago en cumplimiento de su última voluntad, le informaron que se requería del certificado de defunción de la madre, algo lógico. Pero además se solicitó también el de viudez de la señora.
«Los manuales de procedimientos bancarios, dice, desde tiempos inmemoriales establecen que de los 7 000 pesos, más 2 000 de intereses, solo pueden entregar hasta 5 000. Y los 4 000 restantes requieren de una declaratoria de herederos con trámites más complicados, costosos y demorados, con sus correspondientes contratos con abogados y sellos de timbre.
«Quizá algunos ya ni existamos cuando finalmente autoricen el pago, manifiesta. Cinco mil pesos al cambio informal actual no son más que 25 USD. ¿Por qué mortificar tanto la vida al ciudadano común?
«Claro que los manuales no pueden violarse por los trabajadores de las sucursales bancarias. Pero considero que al presentarse los cuatro herederos con sus correspondientes carnés de identidad, debía ser suficiente para realizarles el pago.
«Para completar la idea, es necesario que el BPA analice la conveniencia de modificar los viejos procedimientos, como ha hecho la Empresa del Seguro Nacional (ESEN), y pagarle el saldo total a los que en vida el ahorrista designó», concluye.
Madelín López Rodríguez (edificio Minfar 3, apto. 81, entre San Pedro y Lombillo, Plaza de la Revolución, La Habana) cuenta que desde hace varios meses el ascensor de ese inmueble de 14 plantas presentaba varios problemas, hasta que colapsó totalmente el pasado 1ro. de julio.
Desde entonces, los residentes del edificio, buena parte son ancianos, están pasándola muy mal para subir y bajar las escaleras. Y especialmente lo sufre Madelín, quien padece de una úlcera de pie diabético que le imposibilita caminar y vive en el octavo piso.
Cada vez que ella debe visitar al médico, o realizar cualquier otra gestión, tiene que acudir a la Brigada de Rescate y Salvamento de los Bomberos, para que la bajen y la suban después.
«Esta situación, dice, es muy estresante. Los técnicos de Cometal han venido un sinnúmero de veces, y no se ponen de acuerdo sobre el
componente averiado; que si el encoder, o el variador, que si un problema de programación. En mi modesta opinión no están preparados para ofrecer un servicio técnico de calidad a estos ascensores, por desconocimiento o falta de asesoría.
«Hace falta que Cometal resuelva esta situación cuanto antes. La última vez estuvimos esperándolos cinco días. Incluso, les ofrecimos un transporte para llevarlos y traerlos y no vinieron. Ayer quedaron en venir y tampoco acudieron.
«La última reparación realizada no duró ni 24 horas. Se quedaron dos personas trabadas y hubo que llamar a Rescate y Salvamento. Siento vergüenza ajena por esto y estoy al punto de la desesperación y el colapso. Mi médico me mandó a salir, pero de qué manera puedo hacerlo si no puedo bajar la silla de ruedas de un octavo piso».