Acuse de recibo
Juana Irma Rodríguez Rosabal es una consumidora insatisfecha y frustrada, una clienta que, como se decía hace mucho tiempo, debía tener siempre la razón. Una consumidora olvidada, «colgada de la brocha», como se dice en buen cubano.
La señora, quien reside en Avenida Acacias, No. 42, entre Pérez Andrés y Mártires del Virginius, reparto Los Olmos, ciudad de Santiago de Cuba, compró el 18 de septiembre de 2020, antes de la Tarea Ordenamiento, y por valor de 300 CUC, un televisor marca Front HH Daytron de 32 pulgadas, en la tienda San Rafael, de Cimex, en esa ciudad.
Y transcurridos apenas seis meses, el equipo comenzó a fallar hasta que un día dejó de funcionar. Como está establecido, lo llevó al taller de garantía que atiende a la sucursal donde fue ingresado para una revisión.
Y una semana más tarde, le comunicaron que su equipo no tenía solución, pues presentaba problemas en la placa y otras irregularidades. Que cuando entraran las piezas le avisarían, pero debía dejarlo allí, pues el aparato estaba en garantía, la cual se detenía mientras estuviera en el taller.
Juana Irma confió en lo que le planteaban, con la esperanza de que tal sacrificio monetario hecho con la compra del equipo no fuera en vano. Tenía esperanza en que se garantizara la garantía, valga la redundancia. Y en varias oportunidades llamaba allí, y aún no aparecían las piezas. Y le informaron que entonces se le debía reponer el equipo por otro igual. Siguió confiando…
Pero el tiempo pasaba y se dirigió a las oficinas de Atención al Cliente de Cimex en esa ciudad. Allí le explicaron que en esos momentos no tenían equipos en existencia, por lo cual no era posible el cambio.
La opción que le quedaba era la devolución del dinero. Pero ya el país estaba en reordenamiento económico y monetario. Ya no existían tiendas en CUC. Y la devolución sería, llevada al cambio, de 8400 pesos. Por supuesto, esa cantidad, llevada a MLC, no le alcanzaría para nada para adquirir un televisor en las tiendas de esta moneda. Y Juana Irma, lógicamente, no transó ni aceptó la devolución ya menguada en valor.
«Soy una mujer trabajadora, afirma, y mi salario no es en esa moneda, por lo que no tengo forma de adquirir la diferencia. Dicho sea de paso, no es mi problema, pues la palabra garantía tiene un significado muy grande, literalmente hablando, y que incluye hasta respeto al consumidor.
«Me parece que cuando se pensó en sacar del mercado tanto el Cuc como las tiendas que vendían en esa moneda, se debió tener en cuenta un número de equipos para reponer. O tener a mano una respuesta que no sea solo “no hay”; y que yo como clienta tenga otra opción para adquirir otro equipo.
«No es justo que luego de trabajar duro y reunir con sacrificios un dinero, se me venda un producto de calidad deficiente. Y que en dos largos años nadie tenga una solución a mi problema.
«Espero que se analice la situación antes planteada, y los involucrados lleguen a un consenso para resolver este problema tan desagradable para un trabajador que se sacrificó y no ha podido disfrutar del equipo que con tanto esfuerzo adquirió.
«Tengo en mi poder todos los documentos legales del televisor, así como un documento expedido por la gerencia sucursal Cimex», concluye.
Juana Irma seguramente no es un caso excepcional. Más de un cliente puede estar en su misma situación, con la esperanza de que se busque una salida razonable para los que quedaron así en desventaja.