Acuse de recibo
EL pasado 29 de marzo, y desde Calzada de San Miguel del Padrón, No. 1422, entre 3ra. y Manuel González, reparto La Rosalía, en San Miguel del Padrón, Miguel Mendoza Mendoza lamentaba que desde septiembre de 2022 en las farmacias de ese municipio capitalino no entraba el Captopril, medicamento controlado para la hipertensión arterial.
Sin embargo, decía, en la feria de La Cuevita hay un señor con una manta en el piso, quien a la vista de todos oferta medicamentos, entre ellos, el Captopril, a 350 pesos la tira de 20 pastillas.
«¿Cómo es posible —cuestionaba— que las autoridades no puedan controlar ilegalidades que, además de atentar contra el bolsillo del cubano, atentan contra la salud del pueblo? Yo consumo Captopril, y no sé qué va a pasar conmigo.
«La última pastilla me la tomé en enero, y debo tomarme una tableta cada ocho horas. Serían cinco tiras al mes. Cinco por 350 pesos serían 1 750 pesos al mes. No hay chequera que aguante eso, y súmele la Hidroclorotiazida y el Dinitrato de isosorbida, cuyos precios están entre cien y 150 pesos la tira, cuando aparecen», concluía.
Aún no ha llegado la respuesta oficial a la inquietud de Miguel, pero sí la de un compatriota generoso, de 87 años: Ignacio Pino Ravelo, residente en 20 de Mayo no. 525, Edificio Granma, apto. 10C, en el municipio capitalino de Cerro.
Ignacio le envía cinco tiras de Dinitrato de isosorbida de 10 miligramos que tenía en su casa, y me ruega que se las haga llegar a Miguel. Este señor, que evidentemente comparte así no lo que le sobra, señala que «esta es una forma de responder a su leída sección».
Y de paso, relata que él recientemente participó como representante de la comunidad, junto a la delegada de la circunscripción, en una visita de control a la farmacia de Ayestarán y General Suárez, muy cerca de su domicilio. Allí recogieron criterios de personas de la tercera edad, con su tarjetón, bastones, que permanecían en colas desde las cuatro y las cinco de la madrugada en espera de que a las ocho de la mañana situaran el listado de los medicamentos que entraron la víspera, y probablemente muchos tendrían que marcharse después de tanta espera, porque no había los suyos.
Y refiere que la administradora de la farmacia, una persona muy atenta y de buen trato, coincidía con el criterio de los clientes allí concentrados, en cuanto a que el listado de lo recibido se sitúe la noche anterior a la venta. Pero sucede que la Empresa de Farmacias dispuso situar el listado a las ocho de la mañana, previo al despacho.
«Si es para evitar los oportunos coleros, dice Pino, estos, desde que entran los medicamentos, se las arreglan para saber lo que llegó. Por favor, no más maltrato. Cientos de miles de personas de la tercera edad lo agradecerán», concluye este buen cubano que comparte lo poco que tiene.
Para que lleguen a Miguel Mendoza Mendoza las tabletas depositadas por Ignacio en el sobre con la carta que llegó hasta Juventud Rebelde, necesito que él primero llame por teléfono a nuestro periódico al 78819087 a la secretaria de la Dirección en horario de la tarde y la noche, para conveniar la mejor variante de hacerle llegar la modesta pero inmensa carga solidaria.
Y montados en el tema de la solidaridad, me hago eco de las disculpas de la Dirección de la mipyme estatal Soluciones Energéticamente Eficientes, que en días pasados convocó aquí, mediante una carta, a una donación de un calentador solar para una institución social de la capital.
En la carta que versioné, aparecían los correos electrónicos a los que deben hacer la solicitud los centros que aspiren a la donación: norgehc@cedai.cu y urdaneta@cedai.cu, cuando debieron escribir norgehc@cedai.com.cu y urdaneta@cedai.com.cu. Y añaden que los interesados pueden igualmente presentarse en la sede de la empresa, en calle G y 13, Vedado, La Habana.