Acuse de recibo
Están a tope, al borde del ataque de nervios. No pueden apenas dormir, ver televisión, ni apenas disfrutar momentos de paz los vecinos de calle 3ra., entre Independencia y A, en el reparto Sueño de la ciudad de Santiago de Cuba.
El alerta lo hace el doctor Feliberto Moreno Jiménez, quien reside en el no. 51 (altos) de esa cuadra; porque desde el 21 de noviembre del pasado año les impusieron una piquera improvisada de camiones y camionetas particulares de transportación de pasajeros frente a sus viviendas.
Ello ha traído todo tipo de molestias a los vecinos: ruidos constantes de motores, gritos de quienes anuncian las rutas, cornetas, humo y hasta necesidades fisiológicas de pasajeros. «Situaciones insoportables, señala, informadas a todos los niveles de nuestra provincia, que no voy a mencionar por falta de espacio. Y como respuesta, silencio total».
Refiere que llevan ya casi seis meses sin poder vivir. No se puede dormir desde las tres de la madrugada, que comienza el barullo, y hasta el resto del día. Eso, donde hay ancianos, enfermos, niños que van a la escuela, personas que deben trabajar…
En su opinión, es una suprema indolencia haber autorizado esa «terminal» sin tener en cuenta el impacto en los vecinos, con tantos espacios libres en la ciudad que no se utilizan. Y siguen esperando una respuesta al respecto.
Una cosa es rechazar el acoso escolar (bullying), y otra sufrirlo en carne propia de un hijo, como Yuliana Pérez Hurtado (calle 3ra. edificio 20, apto. 2, Reparto Escambray, Santa Clara). Su niña de nueve años sufre el hostigamiento de dos muchachos más grandes, uno de 11 años y otra de 14, ambos hermanos.
La situación, acota, data de algún tiempo. Refiere que, aunque ha ido a la Policía y lo ha tratado con Menores, no se resuelve. Habló con el jefe de Sector, y todo sigue igual. Como uno de los acosadores estaba en la escuela de su hija, Yuliana incluso la cambió de colegio. Y continuaron molestándola.
«Mi niña, dice, no puede salir de mi casa a un parquecito junto al edificio; porque si la ven le dicen cosas, la ofenden y no pasa nada. La Policía me dice que debo llevar evidencia de un video, que ilustre lo que sucede.
«Un día le va a pasar algo a mi hija», dice. No toman en cuenta que la acosadora tiene 14 años y su novio, de la misma edad, también hace lo mismo. Estoy desesperada y no sé qué hacer, por favor, concluye.
Lo que sí sería inaceptable que esa madre no encontrara en la comunidad un alma sensible y con suficiente autoridad para hacer justicia y desmontar definitivamente esas bravuconadas, con la persuasión preventiva, implicando a los padres de los acosadores.
Por estos días tan duros, Cuba llora a las víctimas de la catástrofe del hotel Saratoga y tiende su brazo solidario a los damnificados de la tragedia. Cuba se crece en sus rescatistas, salvadores de vidas y donantes de sangre… hasta en el que pone su hombro y lo que tenga, por humilde que sea. Luego de la explosión, todo ha sido proezas sin descanso, osadías y obstinaciones solidarias de un pueblo que merece siempre la victoria.
En esta columna también hay espacio para quienes deseen narrar de manera sintética conmovedoras experiencias personales o reflexiones en torno a un suceso que ha desatado el amor y la unidad nacional por encima de cualquier contrariedad, carencia o insatisfacción.
Quien tenga algo conmovedor y edificante que contar en breves líneas, que me lo envíe.