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Casa nueva… vieja inercia

Se resuelve lo más duro: una casa donde vivir, por modesta que sea. Y los trámites burocráticos para la propiedad no tienen fin por más de tres años, como una carcoma que horada la felicidad y el bienestar de las personas. Solo así se explica la historia del matrimonio de septuagenarios  integrado por Belkis Rosa Rivelles Ortiz y Antulio Leoncio Pérez González.

Todo comenzó con el paso de aquel temible tornado sobre  La Habana la noche del 28 de enero de 2019. Su casa, en  Los Benavides, no. 101, altos, entre Calzada de Luyanó y Reglita, sufrió derrumbe total y ellos quedaron bajo los escombros por más de dos horas… hasta que gracias a un vecino y los jóvenes del Cuerpo de Bomberos, los rescataron.

Lo perdieron todo, pero salvaron la vida. Días de sanación internados en hospitales; después albergados en la casa de su hijo, a la espera de soluciones.

«Gracias al esfuerzo del país, Gobierno y las autoridades, refiere Belkis, nos llegaron algunos donativos. Y en abril de ese mismo año recibimos la llave de un local convertido en vivienda en la calle Serafines, no. 20 A, entre Rabí y Calzada de 10 de Octubre, con las mínimas condiciones para vivir.

«Pensamos que con la casa nueva todo sería resuelto de inmediato, pues el Presidente de la República, Díaz-Canel, y el Primer Secretario del Partido en La Habana, Torres Iríbar, además de ocuparse personalmente del grave problema creado por el tornado,
insistían por todos los medios en que se atendiera diferenciadamente a los damnificados, y de inmediato a todos los que tuviesen una solución de vivienda la documentación legal había que tramitarla con urgencia.

«Qué decepción para estos dos ancianos jubilados que llevamos ya este mes esperando tres años para que nos den la propiedad del local hecho vivienda. Al no tener aún  propiedad, no tenemos dirección del lugar, por lo que la bodega, panadería, agro, farmacia y todo debe ser tramitado por la dirección de la casa derrumbada, a donde no queremos ir nunca.

«Gracias a nuestro hijo, que se ha vuelto un mago atendiendo en medio de la situación pandémica, las dos casas, la suya y la nuestra, es que hemos podido sobrevivir. De la actual, que está próxima a la esquina de Vía Blanca y 10 de Octubre, a la dirección anterior, cerca del hospital Hijas de Galicia, hay aproximadamente cuatro kilómetros.

«No solo es la distancia. Ambos tomamos medicamentos controlados por padecimientos, situación que ya hoy resolvimos, pues hace poco tiempo nos pudimos trasladar de farmacia. Nunca más se ha podido comprar el pan de la cuota, ni la papa y otros productos. Hemos perdido varias veces los cárnicos congelados, pues siempre ponen una fecha de vencimiento y en muchas ocasiones no nos enteramos.

«Mi hijo ha hecho un esfuerzo por ayudar, pero a veces no puede. Y mi esposo, caminando, tiene que hacer el trayecto y traer los productos que, aunque no son muchos, pesan. Y cuando pasan tres kilómetros se sienten más. Entendemos que la pandemia ha afectado muchas cosas, pero hacer unos papeles… ¿llevará tres años de elaboración? Nadie de este municipio ha ido a preguntarnos cómo estamos, qué problemas tenemos, qué pasa con la documentación.

«Inmediatamente que nos dieron el local, fuimos a la Dirección Municipal de la Vivienda, y entregamos los papeles que nos solicitaron para elaborar la propiedad. No podíamos estar saliendo de casa con la situación de la pandemia, por eso no acudimos durante los momentos críticos a seguir insistiendo en el problema, pero nuestro hijo ha estado preocupándose por dicha situación.

«En julio del año pasado él pudo entrevistarse con las máximas autoridades del municipio, además con el Director de la Vivienda, y fue a Planificación Física. Se pronunciaron por resolver el problema. Hace unos dos meses volvió a visitarnos Vivienda e IPF y aún no tenemos respuesta de nada.

«¿Habrá sensibilidad de los problemas en quienes dirigen este municipio? ¿Al compañero Torres Iríbar y al Presidente alguien les habrá dicho lo que está sucediendo con los damnificados del tornado y sus documentos legales? Hemos esperado pacientemente la solución, pero ya no es posible seguir esperando y no denunciar lo mal hecho», concluye.

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