Acuse de recibo
Siempre he considerado una falta de respeto al comprador, la manera en que se venden en nuestros agromercados, envueltos en costras de tierra, tubérculos como la yuca, el boniato y la malanga, a más de que esa tierra adherida infla el peso y el precio de los mismos.
Pero desde Santa Catalina No. 312, apto. A, entre Cortina y Juan Bruno Zayas, en el barrio habanero de Santos Suárez, el ingeniero agrónomo Rafael Ramos Reyes me ha hecho ver el daño medioambiental de ese descuido.
Ramos comienza alertando sobre el valor del suelo como patrimonio de un país: El mismo está formado por capas, siendo la A la más importante. Allí están los mayores volúmenes de materia orgánica, y es donde vive una inmensa microfauna que, en intercambio con las raíces y rizomas, permite una armoniosa simbiosis para la absorción de agua y nutrientes imprescindibles para las plantas.
El problema, expone, es que esa molesta tierra pegada a los tubérculos, raíces y rizomas que adquirimos, es suelo fértil que se está dilapidando cuando lavamos finalmente esos productos. Se viola así un principio agrotécnico de antaño, que reza que no se puede cosechar ningún producto cuando el suelo está húmedo. Hay que esperar que se oree, como dicen los campesinos.
Él considera que el Ministerio de la Agricultura y el Instituto de Suelos deben tomar medidas urgentes para que todas las fuerzas productivas del agro cubano cumplan con carácter urgente con lo legislado, y frenar ese lento ecocidio.
«De no hacerlo, insiste, convertiremos a nuestros suelos en un elemento estéril, cuyos rendimientos agrícolas serán muy pobres e insuficientes para satisfacer las siempre crecientes demandas de la población».
El 20 de diciembre de 2021, y desde Santiago de Cuba, Zulema Edith Abdala Pupo contaba aquí que el 4 de noviembre de ese año, en la oficina de Correos 90 200 de esa ciudad, impuso un bulto con número CP004964075CU, para Reinaldo Abel Marrero Rodríguez, en calle Párraga, edificio 727, apto. 11, entre Vista Alegre y San Mariano, Víbora, municipio habanero de Diez de Octubre. Y el envío no aparecía en ningún lugar.
«Me he gastado mucho dinero en llamadas de distancia a Atención a Clientes en La Habana al número 80244644 para saber de mi paquete, decía. El envío me costó 79 pesos con cosas muy útiles y necesarias para ese anciano. ¿Dónde está? ¿Quién se ha apropiado de él?», concluía.
Al respecto, responde Rafael Leopoldo Ramos Martínez, director general de la Empresa de Correos Santiago de Cuba, que en 2021 el Grupo Empresarial Correos de Cuba, en general, presentó problemas con la calidad del servicio de bultos postales nacionales, por insuficiencias en la organización de los procesos operacionales internos y en la transportación y distribución de los envíos en todo el país.
Por ello, añade, el envío de Zulema no fue posible despacharlo en Santiago de Cuba hasta el 30 de noviembre. Y finalmente se entregó en el domicilio del destinatario en La Habana el 22 de diciembre en horas de la tarde.
«A Zulema le asiste toda la razón en su queja, por lo cual le ofrecemos públicamente sinceras disculpas, dice. Hemos sido notificados por la dirección de la OSDE Correos de Cuba que, de conjunto con las 20 empresas de nuestra organización, se están revisando los procesos operacionales y de transportación de los bultos postales nacionales en toda la red postal nacional, a fin de que en el transcurso del primer trimestre de 2022 se pueda regularizar y estabilizar este servicio, reducir los plazos actuales de entrega a los destinatarios y mejorar notablemente su calidad», concluye.