Acuse de recibo
Lázaro Ortega Paz (Finca Remedio, Carretera de Vereda, San Antonio de los Baños, Mayabeque) cuenta que su padre, Sergio Ortega Millo, quien falleció el 12 de febrero de 2021, era propietario y tenedor inscripto de la tierra ubicada en la finca Remedio.
Y refiere que el 23 de febrero de 2021 él presentó la solicitud para la adjudicación de la tierra y los bienes de la misma, pues además de haber nacido en ella, es pequeño agricultor y el único que la trabaja.
Añade que la Ley explica bien los términos para el que solicita, y para la entidad rectora que debe responder, en este caso la Delegación Municipal de la Agricultura. En este caso es un litigio entre Lázaro y la viuda de su padre, quien, según el remitente, a pesar de no estar
vinculada a ninguna forma productiva, considera tener derechos sobre la tierra.
Lo cierto es que ya han transcurrido ocho meses y medio de la solicitud, y la Delegación Municipal de la Agricultura
no acaba de dar su fallo acerca de la herencia. Y tampoco se ha proyectado en designar mientras tanto, un administrador provisional, lo que impide el buen funcionamiento de la finca.
Precisa Lázaro que en la tierra cultivable hay construcciones ilegales de personas que no tienen vínculo sanguíneo con el fallecido y otras irregularidades.
«La Delegación Municipal de la Agricultura conoce lo sucedido y no acaba de actuar. Las leyes están hechas y aprobadas para que se cumplan. ¿Hasta cuándo tengo que esperar?», manifiesta finalmente Lázaro.
Con una fractura de cadera y un delicado estado de salud llegó María Migdalia Cáceres Viera al hospital ortopédico Fructuoso Rodríguez, de la capital. Entre la desesperación y la incertidumbre. Y ahora me escribe, después del alta:
«Deseo hacer llegar nuestro reconocimiento por la labor que realiza al colectivo de trabajadores de la Sala C del hospital Fructuoso Rodríguez, donde permanecí durante 11 días con fractura de cadera y un estado de salud delicado. A pesar de la escasez de recursos, ese colectivo lo resuelve todo con sus iniciativas, profesionalidad y una sonrisa amplia.
«Mis felicitaciones al doctor Frank, quien, a pesar de lo complicado de la operación, logró unos magníficos resultados; a la doctora Amelia, Omara, María del Carmen y a todos los médicos, enfermeras y personal de servicios de la Sala C deseo hacerles llegar mi más sincero agradecimiento», expresa María Migdalia desde su hogar en el apartamento 12 del Edificio 17, en Calle 6ta., del reparto habanero Antonio Guiteras.
Redel Silva González (Calle 92, Edificio 4, apto. B6, Manatí, Las Tunas) cuenta que la vecina del piso superior hizo reparación a su baño hace unos meses. Y desde entonces en el de él «llueve». Y, según ella dice, en su casa no pasa nada, que él vaya adonde quiera…
Redel fue a la Dirección Municipal de la Vivienda, y allí le dijeron que no tenían inspectores. Y que si no llegaba a un consenso con la vecina, debía demandarla en los Tribunales. Se presentó en el Bufete Colectivo para contratar un abogado, y no pudo hacerlo, pues la propiedad de la vivienda está a nombre de su esposa, quien no se encuentra en el país. Y aunque están casados, él no puede ejercer la demanda. Fue a la Fiscalía Municipal y le respondieron lo mismo.
«¿Quién me protege en esta situación, si la víctima soy yo?, acota. Traté de ver a mi delegado y estaba de certificado. Me mandó al Gobierno Municipal, y allí me dijeron que mandarían a alguien. Ya hace más de un mes y nadie ha venido. La situación se agrava y no encuentro qué hacer. ¿Por qué tanta traba, si nuestro Presidente pide que se le haga más fácil la vida al cubano? No vivo ni a 300 metros del Gobierno. ¿Qué tengo que esperar, que se derrumbe mi apartamento o pase otra cosa peor?», termina.
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