Acuse de recibo
No debía estar sufriendo por un problema que pide solución la doctora Anabel Hernández Ruiz, especialista de Segundo Grado en Medicina Intensiva y Emergencias, quien está haciendo un esfuerzo sobrehumano en el epicentro de la pandemia, precisamente en la Unidad de Cuidados Intensivos del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
Anabel, quien reside en Avenida 39 no. 8420, entre 84 y 86, en el municipio capitalino de Marianao cuenta que desde el 2018 tiene un serio problema con el alcantarillado que pasa por detrás del patio de su casa. Inicialmente estaba obstruido. Fue un camión de alta presión, y lo que produjo fue la ruptura de la tubería donde drenan las aguas albañales de su cuadra, lo cual provocó el colapso de su fosa dentro del patio. Y actualmente tiene inundada todo el área.
Refiere que su abuela, quien tiene 98 años, vive muy cerca de la fosa; y no puede usar el baño ni la cocina, además de tener contaminada la entrada de agua potable.
«El hedor es horrible en la zona, manifiesta, y abundan todo tipo de mosquitos, arañas, alacranes y ratas. Esto afecta no solo la vivienda de mi abuela, sino la mía, donde viven niños de tres a ocho años. Y la de los vecinos, porque el agua está filtrando los cimientos de las mismas, además de la exposición a enfermedades tales como la hepatitis, el dengue, el cólera, chikungunya, zika y otras relacionadas con pésimas condiciones higiénico-sanitarias».
Añade que han acudido a la Dirección Municipal de Vivienda de Marianao, al Partido Municipal, al delegado del Poder Popular. Incluso, los visitó una comisión de Saneamiento Básico, que prometió resolver el problema en una semana. Y ya han transcurrido cuatro meses sin solución.
También fue a verla el compañero Huberlandy, a nombre de Aguas de La Habana, y les planteó que ese trabajo no le correspondía a esa entidad, pero que iba a ver a los implicados (Vivienda y Saneamiento Básico), para la solución.
«En fin, señala, ya estamos en el mes de junio, la fosa ha incrementado el volumen de aguas albañales, al punto de llegar a casi todo el patio. Cuando llueve se inunda con el agua todo, incluyendo la vivienda ubicada en el lugar.
«¿Quién tiene que resolver el problema? ¿Hasta cuándo tenemos que aguantar vivir en la inmundicia? ¿Creen que una anciana frágil de 98 años y niños, deban estar expuestos a enfermedades tan peligrosas?
«Nos han planteado que no hay recursos, que no hay petróleo. Sin embargo, en ese tiempo, apenas a una cuadra, hubo un problema similar e inmediatamente se le dio solución con un cambio de línea, aunque nosotros estábamos en la misma situación. Y aunque igualmente llevamos un cambio de línea, no se nos dio la solución. Pasa el tiempo, el agua crece, la fosa empeora al igual que la higiene. Y no sucede nada. Seguimos esperando.
«Por mi parte, sigo confiada en que los implicados en la solución den el frente y resuelvan el problema, mientras yo continúo arriesgando y entregando mi vida por la salud de mi pueblo», concluye la doctora Anabel.
Qué contraste: mientras unos lo dan todo y se arriesgan día a día por el prójimo, otros eluden su responsabilidad y se desentienden del drama ajeno.
Alfredo Adolfo Rubio Pérez (Carretera Central no. 169 B, reparto Cabrera, Contramaestre, Santiago de Cuba) cuenta que en 2016 realizó contrato con la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Gregorio Careaga Medina como productor de carne de cerdo. Y el mismo se realizó con algunos contratiempos por parte de la CCS. El 24 de diciembre de 2017 entregó 820 kilogramos en cerdos vivos. Y desde entonces, le entregaron por última vez una tonelada de maíz en grano, en octubre de 2018.
«Hoy todavía me faltan 1,3 toneladas de comida para los puercos por recibir de ese contrato, y han pasado tres años, dice. En esa situación no entregué más carne. Conozco la difícil situación en que nos encontramos, y de los bajos niveles de pienso animal para la crianza de los cerdos. Pero… ¿esta deuda cuándo se pagará, o quedará archivada? La comida se necesita para seguir criando», concluye.