Acuse de recibo
Alexandra Sonia Gerez Amador (Calle Perkin no 11, interior, San Miguel del Padrón, La Habana) cuenta que hace más de cuatro años, la Dirección Municipal de la Vivienda y el Gobierno Municipal decidieron restaurar su vivienda junto a otras de la misma ciudadela. Lo informaron a los residentes y les aseguraron que para ello estaban garantizados los recursos materiales y financieros.
En el caso de Alexandra, ya hacía dos años que había solicitado un crédito bancario para hacerle algunos arreglos a la suya, que incluyó una placa intermedia. Pero su casa estaba en buenas condiciones, no era necesario demolerla. Aun así, ella confió en la decisión. Y se demolió la suya.
Así vino la gran decepción, afirma, porque hace ya más de cuatro años estamos esperando que nos hagan nuestra casa, esa misma que un día decidieron demoler.
«Es increíble, y no sé en qué cabeza cabe, que con los tantos problemas acumulados de vivienda que existen en La Habana, vengan, me tumben mi casa y creen uno más.
«Si mi casa hubiera sido afectada por un ciclón, una tormenta, un tornado, o algo así, pues entendería y aceptaría la espera. Pero no es el caso: Mi casa fue afectada por una decisión gubernamental de demolerla para reconstruirla. Y ahora pasa y pasa el tiempo y nadie da una respuesta o una solución. Solo han sido justificaciones, mentiras, faltas de respeto e insensibilidad.
Asegura Alexandra que ha escrito a las oficinas de Atención a la Población, se ha entrevistado con los funcionarios que tienen que ver con este asunto y nada. Tiene en su poder las copias de los escritos y de las respuestas, y grabaciones de sus entrevistas.
«¿Hasta dónde pueden llegar la indolencia, la falta de respeto y la insensibilidad?, cuestiona ella. ¿Cómo es posible que bajo este sistema socialista, bajo la égida de un Gobierno Revolucionario, que se preocupa mucho por el bienestar de su pueblo, se pueda actuar de esta manera y que no pase nada?»
El pasado 6 de abril, y desde la Isla de la Juventud, Rafael Rodríguez envió aquí un mensaje a la fábrica Rafael Guerra Vives de la Empresa Nacional de Fósforos, sita en Carretera a Jayamá, en Camagüey.
«Sus fósforos, dice, no tienen la calidad requerida. A pesar de cumplir con las orientaciones que se dan en la caja, el 60 por ciento de estos no encienden. Tres veces ha cogido fuego la lija. Mi sugerencia, que revisen la fórmula y el control de la calidad certifique su eficacia. Si no lo decimos, van a seguir fabricando fósforos de mala calidad. Investiguen con otras personas, compruébenlo ustedes mismos. Y si la sugerencia vale la pena, entonces la calidad va a ocupar el lugar que le corresponde».
Al respecto, responde Yuniel Pozo Carrera, director de la UEB Fósforos Camagüey, que la calidad de ese producto es un aspecto que han estado evaluando minuciosamente. Son varias las afectaciones que han presentado con las producciones, y en las cuales están trabajando de conjunto con el equipo técnico y de calidad. Al deterioro de la tecnología obsoleta, se sumó un cambio en la manifestación química de materias primas que componen las pastas con que se elaboran las cabezas y la lija.
«Se detectaron cambios en la composición de los polvos y su reacción en las mezclas, afirma. Al realizar la prueba correspondiente a la evaluación de la calidad del producto no se veía, y se manifestaba a los días de haberse realizado las producciones. Ello se pudo constatar después de haber salido la producción de la fábrica.
«Inmediatamente se trabajó y se dio solución tecnológicamente a los aspectos que incidían negativamente en las formulaciones. El equipo de calidad y tecnología de esta UEB, trabaja en el mejoramiento de las producciones para que el pueblo reciba producciones como merece. Pedimos disculpas por las molestias causadas y agradecemos las sugerencias», concluye.
Ojalá el asunto tenga solución definitiva y no vuelvan a salir al mercado esos fósforos mediocres; porque ello representa pérdidas para la UEB, la empresa, la economía del país, y para el bolsillo del ciudadano, respeto aparte.