Acuse de recibo
El pasado dos de abril, Maritza Sotto Oduardo denunció aquí la impune desaparición en el cementerio de Manzanillo de los restos de su padre, Rubén Sotto Ortiz, exhumados el 13 de noviembre de 2019, y protegidos en una caja de metal con sus generales por fuera.
Precisaba la remitente que el día de la exhumación, le informaron que los restos se guardarían en un cuarto óseo destinado a esos casos, ya que no había nichos disponibles. Le pidieron número de teléfono para avisarle cuando hubiera, y se dio el de un hermano de Maritza.
Pasados tres meses, y constatando que no lo llamaban, el hermano de Maritza fue al cementerio el 18 de febrero de 2020: le asignaron un nicho y el turno para presentarse el 22 de ese mes a colocar los restos allí.
Ese día fueron al cementerio los tres hermanos de Maritza que viven en Manzanillo. ¡Los restos no estaban en el cuarto óseo donde se depositaron! Tras una indagación, les dijeron que fueran el 24 de febrero para continuar la búsqueda, la cual resultó infructuosa.
El 25 de febrero la mamá de Maritza fue a la Dirección de Comunales, y la citaron para el 27, pues no aparecían los restos. El 29 de febrero, la señora formuló denuncia en la estación de policía. El 3 de marzo le informaron que habían designado un investigador para llevar el caso.
Pasó marzo y el investigador no se había personado por casa de la viuda. El 1ro. de abril ella solicitó entrevista con el jefe de la policía de Manzanillo, pues no había tenido respuesta alguna. Él le dijo que seguiría el caso personalmente, y nombró a otro investigador.
Citaron a los tres hermanos para el ocho de abril. Y un día antes, fue a la casa el director de Comunales, para que se personaran en el cementerio, pues habían hallado los restos. Fueron, y comprobaron que no eran los del padre: eran muy viejos, y los del finado solo tenían tres meses tras la exhumación. Además, el cráneo de Rubén tenía una marca.
Informaron a los hijos que ese día llevarían los restos a Medicina Legal. Días después se personó en la casa de la viuda la persona que estaba al frente del cementerio, pues el administrador había fallecido. Le mostró a la señora la tapa de la caja, y le dijo que fue encontrada en unos escombros.
«Estaba, decía Maritza, aturdida y consumiéndose de dolor y tristeza una anciana de casi 80 años, diabética y cardiópata, al saber dónde fue hallada la tapa que guardaba los restos de mi papá. ¿Hasta dónde llega la insensibilidad de personas como estas, trabajando en un lugar tan sagrado para los seres humanos, y hasta qué punto podemos confiar en que nuestros seres queridos descansen en paz?».
Añadía Maritza que las autoridades manzanilleras sabían de esa historia: «Un robo de restos humanos, por la falta de control de la administración del cementerio y de la Dirección de Comunales. Y hasta la fecha no hemos tenido respuesta de la denuncia. Hoy es mi dolor.
¿Quiénes serán las próximas víctimas si no acabamos con el mal trabajo, la falta de control, el robo y la insensibilidad humana?»
Al respecto, responde Julio Maceo Roble, director de la Unidad Presupuestada Servicios Comunales de Manzanillo, que se creó una comisión investigadora de los hechos.
Y tras un exhaustivo análisis del caso, agrega, se decidió la aplicación de medida disciplinaria al subdirector general de esa entidad, consistente en la pérdida de los requisitos, por ser la persona que se encontraba al frente del suceso.
También se aplicaron las medidas de separación definitiva del sector a los demás involucrados en el hecho.
«En otro orden, añade, aún queda pendiente la tramitación de la denuncia policial por los miembros del Ministerio del Interior con respecto a los presuntos acusados por estos hechos tan lamentables, de la pérdida de restos óseos presentes en el cementerio de la ciudad de Manzanillo. Solicitamos disculpas por todo lo anteriormente ocurrido», concluye.