Acuse de recibo
Fernando Colca Lobato (calle 10 no. 3, entre 5ta. y 7ma., Zona de Desarrollo camino a La Habana, ciudad de Sancti Spíritus) se tomó muy en serio su responsabilidad como secretario general de la sección sindical de Energética y Pizarra de la Dirección Territorial de Etecsa.
Cuenta que, por la característica del trabajo allí, que implica viajar fuera del municipio 12 días de los 24 laborables del mes, en la primera semana de 2021 inició gestiones para la dieta de alimentación que les corresponde. Sus reclamos llegaron a la Dirección Territorial de Etecsa en Sancti Spíritus y a la secretaria del Sindicato a ese nivel. «Y siempre la misma respuesta: Hay que esperar que la Dirección Nacional autorice».
Señala que «en teleconferencia en febrero con la entonces Presidenta de Etecsa, nuestro Director señaló que debía resolverse lo referente a la alimentación para el que salía por un día a laborar fuera del municipio. Más, pasó febrero y sin respuesta alguna decidí el 3 de marzo llamar a nuestra Presidenta, quien me atendió muy bien y pasó el problema para que me atendiera al jefe de Recursos Humanos a nivel nacional, quien me informó que en breve saldría una carta dando solución a ese problema.
«En la primera decena de marzo, llegó la carta autorizando el pago. Pero será a partir del 3 de marzo, nos dicen nuestros directores. No pagarán lo gastado en comida por los obreros en enero y febrero. ¿Por qué, si el proceso de ordenamiento comenzó el 1ro. de enero?»
Sergio León Hernandez (San Nicolás 222, entre Concordia y Virtudes, Centro Habana, La Habana) escribe en nombre de los vecinos de esa cuadra, y de la siguiente, hasta casi Virtudes, «afectados por la decisión anárquica de quienes organizan la cola en la tienda La Época; y también por la dirección de la tienda de sacar la cola al exterior para que no les moleste a ellos».
Refiere que desde que se reabrió de nuevo La Época hace casi dos meses, los vecinos que residen a cuadra y media de la misma, que es bastante lejos y nada tienen que ver ni con la tienda ni con la cola, tienen que soportar desde las cinco de la mañana hasta cerca de las siete de la noche, a las personas de la cola sentadas a la puerta de sus casas, o en las de los edificios, perturbando la entrada y salida de sus residentes.
«Sentados debajo de las ventanas de las viviendas, describe Sergio, con tremendos escándalos, malas palabras y violando el sueño, la tranquilidad y privacidad de las familias. Ensuciando los frentes de las casas con latas de refrescos vacías, pomos, papeles llenos de grasa de pizzas, residuos de comida, envolturas de tamales y todo tipo de basura.
«No nos dejan descansar. Tenemos que cerrar puertas y ventanas con los calores que están haciendo. Y con los riesgos potenciales ocasionados por la cantidad de personas que 14 horas diarias invaden nuestras paredes, puertas y ventanas. ¿Nadie se dará cuenta del peligro que corremos con esa avalancha de personas a las puertas de nuestras casas?
«La falta de respeto ha llegado a tal punto que quienes dirigen y organizan la cola y los de la tienda se arrogan el derecho de alejar a toda esa muchedumbre en las puertas de los vecinos, sin importarles las personas vulnerables. Yo mismo soy diabético, hipertenso y con problemas en los riñones. Adulto mayor.
«¿Dónde están el respeto, la cordura? ¡Qué bonito molestar a los demás y ponerlos en riesgo, para tener las puertas y los alrededores de la tienda limpia y sin personas!
«Yo no culpo a los que hacen la cola, los pobres, se pasan horas para comprar sus alimentos; si no a los que deciden a quien molestar de forma irrespetuosa y sin importar lo que opinen los demás. La cola la pueden poner por Galiano, frente a la tienda, que no hay viviendas; o por Concordia, al costado de la iglesia, que no hay casas, o por Neptuno, que tampoco las hay.
«De nada vale cuidarnos y cuidar a nuestra familia, si viene cualquiera y te trae el virus a la puerta de tu casa, en uno de los municipios que está entre los más infectados del país», concluye.