Acuse de recibo
Las personas como Ángel Montero Hernández merecen todo el respeto y la admiración porque, a despecho de sus limitaciones y discapacidades, se han crecido y han ascendido por los caminos más tesoneros de la vida.
Ángel, residente en el apartamento 22 del edificio A-13, en la zona 2 de Alamar, municipio capitalino de Habana del Este, cuenta que tiene 44 años y es impedido físico desde que nació, con parálisis cerebral infantil espástica, y pie equino en ambas extremidades. Se ha sometido a seis intervenciones quirúrgicas en el hospital ortopédico Frank País. Y ha logrado caminar, pero con limitaciones en la locomoción, que le impiden trasladarse sin ayuda a la mayoría de los lugares.
A pesar de todo ello, expresa, y gracias al apoyo incondicional de sus padres y hermana, pudo estudiar en esas condiciones desde la enseñanza primaria hasta la superior, y se graduó de Licenciado en Informática con Título de Oro.
Durante varios años, laboró con mucho sacrificio y doble esfuerzo físico por su limitación. Y ya en estos momentos no puede trasladarse prácticamente a ningún sitio, por el lógico deterioro de su condición física y motora. Ya sus padres no tienen salud para apoyarle como antes.
Por ello, a finales de 2019 se vio precisado a solicitar una pensión. Y su hermana, que no vive con él y los padres, y sufre la enfermedad cardiológica de su hijo pequeño, se presentó en el Gobierno municipal a presentar su caso. La atendió una funcionaria de la filial del Inass, y le explicó que debía presentar certificado de diagnóstico de su enfermedad por su área de Salud, y resumen de historia clínica de su hospital, para presentar su caso en la comisión de peritaje médico.
Por el gran volumen de pacientes que atiende ese hospital, ella pudo obtener los documentos un mes después. Y cuando los presentó a la funcionaria de la filial del Inass, esta le comunicó que el resumen de historia clínica no servía, estaba vencido por tener fecha del mes anterior; «como si mi patología de por vida cambiara de un mes a otro», expresa. Le dijo también que le faltaban detalles, los cuales ella no le explicó desde un inicio.
«En el proceso de espera para recoger los nuevos documentos, añade Ángel, ya en 2020 La Habana entró en cuarentena por la COVID-19. Todo este tiempo hasta hoy he estado confinado en mi casa, expresa, sin recibir
salario alguno, ni visita de nadie que atienda los casos vulnerables, a pesar de vivir con mis padres ya ancianos y con alto riesgo. En estos momentos en mi casa solo se percibe la jubilación de mi papá».
Cuando La Habana se abrió en meses anteriores, la hermana de Ángel se presentó de nuevo en el Gobierno municipal para reanudar los trámites. Otra funcionaria de la filial del Inass le atendió, porque la anterior ya no laboraba allí.
«Desde septiembre de 2020 y hasta la fecha, afirma, no se ha resuelto. En varias ocasiones la compañera Ana, de la filial del Inass, ha presentado la documentación en la comisión de peritaje médico, y se la han rechazado por razones absurdas, como que el cuño del resumen de historia clínica no está legible, cuando se lee perfectamente el nombre del médico y su firma. O que el certificado de diagnóstico con fecha de 17 de diciembre estaba vencido a inicios de enero del 2021. O que los cuños del certificado de diagnóstico no coinciden con los del resumen de historia clínica.
«Y siempre le habían esclarecido a mi hermana que el diagnóstico de enfermedad no debía ser del hospital, sino de su área de Salud; y además el contenido de mi enfermedad está bien detallado en ambos documentos.
«En medio de la situación epidemiológica que está atravesando La Habana, y los altos precios de muchos bienes y servicios, me siento sin respaldo económico para enfrentar esto. ¿Hasta cuándo seguiremos con las trabas y el burocratismo? Creo innecesario tanto papeleo cuando solo basta verme para confirmar mi cruda realidad», concluye Ángel.