Acuse de recibo
Legna Pantoja Mestre (calle 8, no. 167, entre Aguilera y Fernández Marcané, reparto Santa Bárbara, Santiago de Cuba) es una débil visual que lleva más de un año buscando un empleo en esa ciudad, pero no encuentra nada. Y según lo que relata, su historia es muy compleja y particular. Uno de esos casos excepcionales que merece una atención muy particular.
Basta saber que en su núcleo familiar ella es la única persona con posibilidades de laborar. Su mamá, diabética e hipertensa, está amputada del miembro inferior derecho. Su esposo, amputado también, del izquierdo. Y tiene dos hijas pequeñas. «No poseo en este momento solvencia económica ninguna precisamente por no tener vínculo laboral», enfatiza.
Refiere que, acuciada por ese delicado panorama, ha acudido a la Dirección de Trabajo y Seguridad Social a buscar algún empleo, y siempre le plantean que no tienen plaza, y de haber alguna es como agente de Seguridad, un puesto que ella no puede ocupar por su problema visual.
«¿Quien se encargará de solucionar este problema? ¿Cuánto tiempo más tendré que esperar para encontrar un trabajo?», pregunta la desesperada mujer.
Legna no explica si ha acudido a la Asistencia Social para que, al menos le garanticen una prestación. Y, según lo que cuenta, tampoco en la Dirección de Trabajo y Seguridad Social le ofrecieron esta última posibilidad y la dejaron ir. Me niego a aceptar que esta familia no pueda ser protegida al menos temporalmente, hasta que pueda brindársele un trabajo acorde con su insuficiencia visual, como se hace con muchas personas en este país.
Como sin agua no se puede vivir, mucho menos en estos tiempos de pandemia, siempre tendrán prioridad en esta sección quejas como la de Mario Cárdenas Cuervo (Cuba 312, esquina a Alday, Alturas de la Víbora, Arroyo Naranjo, La Habana).
Refiere el remitente que en esa zona hasta hace no mucho tiempo el suministro de agua era un día sí y otro no, durante varias horas. Y ahora se ha res-
tringido a plazos de hasta tres días por el medio para recibirlo, incluso con menor fuerza.
Lo que más le asombra a Mario es que «la semana pasada, en la revista Hola, Habana del Canal Habana, la intendente del municipio de Arroyo Naranjo dio una contundente respuesta a la conductora del programa: Esa situación no tiene solución, sin dar una explicación sobre la afectación a la población, ni excusa ni esperanza.
«Con todas las medidas de ahorro que personalmente he aplicado, en el cuarto día no me puedo lavar ni las manos, hasta que no llega el agua sobre las dos de la tarde. Considero que habrá muchos vecinos en las mismas condiciones, algo demostrado en las quejas televisivas. ¿Habrá algún servidor público que pueda buscar, personalmente, una solución con los vecinos de este barrio?», concluye Mario.
Desde la ciudad de Bayamo, escribe Humberto Carvajal Torres, en nombre de su mamá, Olga Torres Hernández, quien vive en calle 86, no. 5910, en Güines, provincia de Mayabeque.
Refiere que Olga, con 77 años, vive sola. Y hace unos diez años que no le entra agua por la acometida. Y no le buscan solución. Él, cuando pudo, fue desde Bayamo a abrirle un hoyo en la acera hasta la acometida, y comprobó que no entra el agua. Le compró un motorcito o turbina y lo puso en la
acera. Y nada.
Desde Bayamo habló con Osvaldo, entonces el director de Acueducto de Mayabeque; con Edita, quien atiende las quejas, quien le dijo que habló con Marcos, el director de Acueducto en Güines.
«La vida sigue igual. Ya la antigua delegada de donde vive mi mamá hizo sus esfuerzos hace tres años, y nada», confiesa apesadumbrado Humberto, mientras su mamá tiene que vivir de la caridad pública para que le carguen uno u otro cubo de agua.