Acuse de recibo
El pasado 13 de agosto, y desde el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, Lázara de la Caridad Torriente Borbón contó aquí una historia asombrosa: En el hospital Hermanos Ameijeiras le prescribieron un balón de oxígeno a su abuela, con una radical de mama y metástasis en un pulmón, entre otros problemas. Y cuando fueron a tramitarlo en el policlínico Rampa, les informaron que hasta que no tuvieran el regulador no podían acceder al balón.
«¿Dónde conseguimos un regulador de oxígeno, cuando eso no lo venden en ninguna farmacia?», preguntaba ella. Y esta sección publicó su denuncia, porque a todas luces el requerimiento, además de injusto e insensible, no podía ser legal.
Al respecto, responde el doctor Carlos Alberto Martínez Blanco, director provincial de Salud en La Habana, que la comisión que investigó el hecho se entrevistó con Lázara de la Caridad, y con las jefas de Medicamentos y de Farmacias en el municipio. Revisó la prescripción médica a la paciente, al tiempo que verificó el cumplimiento de los procedimientos establecidos para tales casos.
Y se evidenció que en el hospital Hermanos Ameijeiras le indicaron a la paciente oxigenoterapia, trámite que se inició en el Consultorio Médico de la Familia, donde acudieron y fueron bien atendidos por el facultativo. Allí le confeccionaron el certificado médico, y lo registraron posteriormente en el policlínico Rampa.
«Se constató, dice, que quien intercambió con la promovente en el policlínico Rampa no la orientó adecuadamente, pues no tenía los conocimientos de las instrucciones para dicho procedimiento».
Agrega que Lázara de la Caridad no reconoció a quien la desinformó. Lo identificó como médico, por tener una bata blanca, pero no tiene la certeza, pues todo fue entrando al policlínico.
Añade que la comisión le explicó a la demandante el proceder para dicho servicio a través de la farmacia municipal de su municipio, donde se le realizaría el contrato, y posteriormente recibiría el balón de oxígeno con su regulador.
El caso se socializó en el policlínico, agrega, con todos los profesionales y el resto de los trabajadores, para que incidentes como ese no se repitan.
Y se le ofreció respuesta a Lázara de la Caridad, quien agradeció la atención, pues ya su abuela cuenta con el servicio solicitado, además de resaltar la prontitud con la que fue atendido su reclamo.
Agradezco la respuesta y la solución del caso. Solo lamento que no se pudiera identificar al desorientador; porque la tergiversación, en materia tan sensible como un servicio tan urgido de salud, puede tener efectos muy nocivos e irreversibles. La comunicación exacta es también promoción de salud.
Maritza Pozo Coya reclama más calidad y agilidad en los servicios bancarios cubanos, a partir de una experiencia fatídica, que nada tiene que ver con recursos ni carencias, y sí con factores subjetivos.
La remitente, quien reside en Diego Velázquez 256, Reparto Zamorana, en la ciudad de Santiago de Cuba, relata que el mes pasado logró habilitarse en el Banco Popular de Ahorro (BPA) una tarjeta en moneda libremente convertible (MLC), la que le fue entregada inmediatamente, pero sin el pin. Le dieron el número telefónico 80200272, para que llamara con vistas a que le entregaran el pin, no impreso.
«Cada vez que llamo, manifiesta, sale una contestadora y me dice que no es posible atenderme en ese momento. La primera vez lo hice a través del móvil y perdí tres CUC, a pesar de no haberme podido comunicar. Probé por el fijo y sale la misma grabación diciendo lo mismo.
«Me dirigí al BPA y una compañera me dijo que no era la única con ese problema, que ya varias personas habían ido a plantear esa situación, y que realmente ella no sabía qué hacer.
«Si el Banco me entrega una tarjeta ¿por qué no entregan en ese momento el famoso pin y dejan al usuario desprotegido? ¿De qué me sirve tenerla si no puedo usarla? Creo que esto es una falta de respeto, y tienen que darle solución», concluye.