Acuse de recibo
Con el mensaje de hoy, confirmo que esta sección ciudadana puede destrabar muchos nudos del imposible y tejer conexiones entre necesidad y posibilidad. Siga la secuencia de esta pequeña, pero sensible historia…
El 5 de julio, desde Santa Cruz del Norte, Mayabeque, me contaba su situación Lázaro Proenza Sedeño, quien padece ictiosis laminar congénita, lo que llaman la enfermedad del hombre pez, pues su cuerpo se va cubriendo de una escamosis. Y explicaba que ni suda ni regula la temperatura, la cual sube sin límites al exponerse al sol, y pueden colapsarse los órganos internos; a más de que puede fallecer por deshidratación en minutos. Es un caso social, jubilado por peritaje. Y cuida de su madre, postrada por un accidente cerebrovascular. Desde diciembre de 2019 le subsidian el jabón Dalmer ozonizado, para asearse. Y le sienta bien, porque al eliminar infecciones, el dolor desaparece.
«Hoy 3 de julio, decía, me informaron que ya la provincia consumió la asignación de este jabón del año. No traen más hasta el año que viene. Y me lo localizaron en Bejucal, pero mi “helicóptero está roto”, ironizaba. Es una burla decirme que tengo que ir a Bejucal, si apenas puedo caminar una cuadra al sol», afirmaba.
Y recién llega un mensaje muy elocuente de la Dirección General del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), por medio de Elena Martínez Rodríguez, especialista en Información y Comunicación de esa institución. Precisa que los jabones de aceites de girasol ozonizados Dalmer que se venden en las farmacias, son desarrollados y producidos por el CNIC, que los vende a la Empresa Comercializadora de Medicamentos (Emcomed), a partir de las cantidades demandadas. Y la Emcomed los distribuye en la red de farmacias del país.
«Nuestra empresa, dice, tiene capacidad productiva para responder a la demanda que se nos haga de este producto, por lo que lamentamos esta situación generada, que está relacionada con la salud de Lázaro Proenza Sedeño. Ya trasladamos a Emcomed nuestra inconformidad con la ausencia del producto en farmacias y recibimos una acertada respuesta para la solución de este caso. Nos explican que esta semana serán vendidas a Lázaro 12 unidades de jabón correspondientes al mes de julio y garantizan además, la sostenibilidad del tratamiento».
Plantea «la disposición para atender cualquier otra inquietud sobre nuestros productos, aun cuando, como en este caso, no esté relacionada con limitaciones productivas, sino de distribución».
Motiva que institución científica tan prestigiosa esclarezca que un logro suyo, el jabón ozonizado, no muestra dificultades de producción; y que Lázaro podrá contar con él. Ahora toca a Emcomed precisar cuál es la problemática de la distribución de ese producto en el país.
Ana María Bolinaga Facciolo (calle 29, no. 108, apto. 16, entre D y E, Vedado, La Habana) narra lo que pasan los adultos mayores en las colas para adquirir los medicamentos por tarjetón, cuando llegan a las farmacias: «En mi caso, y hasta ahora, prefería perderlos por no hacer las colas. Y el sábado pasado me vi obligada. Prácticamente todos éramos de la tercera edad. Estuve de pie durante siete horas. Se dice fácil, pero es duro para mis 74 años.
«Había una sola dependiente para atender, despachar y cobrar. Llegó un momento en que se quitó los zapatos para continuar. Almorzó un bocadito mientras atendía a las personas. Este cuadro es inhumano, para el público y para ella. ¿Por qué no prevén dos o tres dependientes para los días de entrada de medicinas? ¿Es tan difícil ponerse en la piel de los adultos mayores y los dependientes? Sucedió en la farmacia de 29 y C, en el Vedado el 11 de julio. Espero que se pueda canalizar está situación, que debe ser bastante generalizada», concluye.
Este redactor sugiere: ¿No se podría crear un sistema de mensajeros de medicamentos por tarjetón para adultos mayores? Y si los medicamentos escasean y se agotan, ¿no se puede organizar la venta alternada, para que quien no alcanzó este mes pueda hacerlo el siguiente, y no sean siempre los mismos quienes accedan?