Acuse de recibo
El 13 de diciembre de 2018, y desde la ciudad de Matanzas, Reinaldo Fabián Aguilera denunció que el vecino, artesano que funde metales y labora con productos químicos y gases industriales, afectaba su hogar con gases y olores, al extremo de no poder respirar ni dormir, y tener que ir varias veces de madrugada al policlínico por falta de aire.
Refería que habló varias veces con él, quien le prometió que cambiaría de sitio el taller. Y solo fue promesa. El 13 de agosto de 2018 Reinaldo fue a la Unidad de Medio Ambiente del Citma, y dos funcionarios de esa entidad dieron instrucciones al vecino. Pero todo siguió igual.
El 22 de octubre de ese año, formuló queja en el Departamento de Higiene y Epidemiología del policlínico Carlos Verdugo. Volvió por allí varias veces buscando respuesta, y nada.
«¿Hasta cuándo se va a hablar de protección a la salud cuando las medidas son tan lentas? Llevo varios meses quejándome y respirando aire contaminado. Nadie resuelve el problema», decía.
El 10 de febrero de 2019, respondía la doctora Magaly G. Chaviano Moreno, directora provincial de Salud en Matanzas, que una comisión de directivos del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM) y del Citma entrevistó a Reinaldo y al vecino que genera la contaminación, y visitó el sitio del problema.
Señalaba que la contaminación producto de la fundición, por la toxicidad de los gases, puede tener implicaciones de salud, tanto para quien la provoca como para quien la recibe. Y citaba el artículo 147 de la Ley 81, que expresa: «Queda prohibido emitir, verter o descargar sustancias tóxicas o disponer desechos, producir sonidos, olores, vibraciones y otros factores físicos que afecten o puedan afectar la salud humana o dañar la calidad de vida de la población».
Igualmente, precisaba que se impuso al artesano la prohibición de continuar fundiendo metales para elaborar productos de joyería, hasta que construyera una chimenea más alta en el radio de 15 metros a la redonda de donde se ejecutan esos trabajos. Y después de concluida la chimenea, se coordinaría con el CPHEM de Salud Pública, a plena carga, para evaluar la efectividad de la medida.
Tras ello, y de la aprobación de la ejecución por el CPHEM, se regularía la actividad para su implementación, entre los horarios de la mañana y principio de la tarde. No se permitiría la labor ni de noche ni de madrugada.
La queja se calificó Con razón, y se le informaron los resultados a Reinaldo, quien mostró su agradecimiento.
La doctora Chaviano concluía que para el seguimiento y control del tema, se comunicó el dictamen del proceso al delegado provincial del Citma, al jefe de la Policía y al Fiscal Jefe en el municipio, a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas y al Director provincial de Trabajo.
Este redactor expresó entonces: «Agradezco la respuesta y la solución del problema. Pero si me dan a escoger, hubiera preferido que se resolviera mucho antes, sin la presión de lo revelado aquí. Eso me hace pensar que pueden existir historias similares por ahí, sin que las autoridades responsables de hacer cumplir las normativas hayan hecho justicia, poniendo freno a la arbitrariedad y el irrespeto».
Y vuelve Reinaldo para asegurar que a estas alturas «el problema persiste, todo sigue igual o peor; los infractores se sienten inmunes». Y pregunta:
«¿Hasta cuándo seguir padeciendo esta indisciplina social? Me siento humillado y ofendido…. En este momento estoy padeciendo problemas respiratorios y alérgicos a productos químicos. Ni así se ha dado la solución a este problema», concluye.
Y uno se pregunta entonces si, de acuerdo con las palabras de la doctora Chaviano, se comunicó el dictamen del proceso al Delegado provincial del Citma, al jefe de la Policía, al Fiscal Jefe en el municipio, a la Asociación Cubana de Artesanos Artistas y al Director provincial de Trabajo, para su control y seguimiento, junto a la propia Directora provincial de Salud, ¿qué ha sucedido? O más bien, ¿qué no ha sucedido?