Acuse de recibo
La historia de Gudelia Crespo Rodríguez me hace evocar, por contraste, las palabras del mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, cuando señaló recientemente que a las personas necesitadas de ayuda por el problema de vivienda hay que tratarlas con respeto y sensibilidad; y que los directivos deben ser receptivos con ellas, mostrar inquietud revolucionaria para solucionar la situación.
Gudelia vive en Calle A no. 20, esquina a Martí, en el municipio espirituano de Fomento. Tiene 77 años, es diabética, hipertensa, presenta una cardiopatía isquémica y una EPOC; y de una fractura de cadera quedó impedida física.
Con el paso del ciclón Irma, en septiembre de 2017, el techo de su casa se afectó parcialmente. Y se dirigió a inscribirse por tal motivo en el área del consejo popular. La visitaron técnicos de la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV) para valorar la situación y calcular los materiales que necesitaba, con vistas a arreglar su techo. Le asignaron 20 planchas de fibrocemento, una puerta delantera, una persiana, una solera, ocho alfardas, 36 cintillos, 20 tejas, dos sacos de cemento y tres kilogramos de puntilla.
El 19 de octubre de 2017 fue aprobado el contrato por el BPA, mediante el cual su hija, trabajadora del hospital de Fomento, asumió el pago por descuento. El 30 de ese mes Gudelia compró en el patio de materiales de la construcción puerta y puntillas. El 1ro. de diciembre adquirió las planchas de fibro. Y hasta ahí pudo comprar.
Por supuesto, las fuertes lluvias de mayo de 2018 le afectaron mucho más. Nuevamente, volvieron a reportarse. Su hija se presentó en la DMV, y la directora le dijo que no había madera. Le prometió que lo iba a colegiar con el presidente del gobierno municipal para ver si le aprobaban una guía, cargarla y aserrarla. Que debía tener una cantidad de dinero, la cual ella no tiene ni tendrá en su vida.
Pasó el tiempo, y en diciembre de 2018 se le derrumbó todo el portal. Volvieron a la DMV. Fueron entonces un funcionario y un técnico de allí y le dijeron que no había materiales. Gudelia volvió con su delegada de circunscripción. La visitaron entonces carpinteros de la UEB de Construcción para ver el trabajo que debían hacer. Y le dijeron que no tenían materiales para hacer nada.
Días después, fueron funcionarios de la Construcción. Y la respuesta fue que iban a resolver un techo de zinc que había entrado de una donación.
«Pero, igual, nos quedamos esperando y nunca ha llegado, afirma. Continúa la misma situación. Nuevamente volvimos al Poder Popular. Nos visitaron y dijeron que el techo de zinc no procedía, porque llevaba muchos materiales. Y ahora la respuesta fue que nos darían para la parte que más se mojaba, pero había que levantar unas paredes para realizar el trabajo.
«De mejoría nada aún. De solución nada. Y cada día se deteriora más la vivienda. Mi hija no ha dejado de ir al Poder Popular con el compañero que atiende Construcción, quien le dijo que ya había mandado a aserrar madera, que el viernes estaría aserrada y el lunes comenzaban el trabajo.
«Aunque ya no sería tampoco lo que nos habían dicho, sino que se haría un remiendo, porque las paredes no se podían levantar por falta de materiales. Y al día siguiente de la respuesta del compañero del gobierno, el técnico encargado dijo que no habían dado autorización para aserrar la madera.
«Mi hija siguió yendo al Poder Popular. Le dijeron que el compañero estaba para Santa Clara, que llamara al día siguiente. Entonces le informaron que estaba para El Pedrero.
«Desde diciembre nos dijeron que en enero de 2019 se nos iba a resolver la situación. Nos preguntaron que si teníamos para dónde mudarnos, y casualmente un vecino nos había brindado su vivienda. Mi hija está de licencia sin sueldo para asumir la reparación. Y nada.
Cuenta Gudelia que el viernes 19 de abril su hija volvió a ver a la delegada, y esta le comentó que a ella le habían dicho que la madera la habían mandado a buscar de Sancti Spíritus para el municipio de Yaguajay.
«La primavera comienza, la temporada ciclónica de este año se acerca y seguimos a la espera de una solución verdadera», concluye Gudelia.