Acuse de recibo
Luis Ernesto Martínez, estudiante de 4to. año de Ciencias de la Computación en la Universidad de La Habana, y residente en Arnao No. 105, entre Santa Isabel y Dolores, Santa Amalia, en la capital, no comprende el significado de algunas políticas muy rígidas, que no dejan espacio a las personas vulnerables.
El joven cuenta que tiene una familiar muy cercana, a quien llama Aurora, que sufre de una parálisis parcial de su cuerpo desde que nació. Por ello, no puede salir de su casa sin hacer un esfuerzo titánico. A pesar de su edad y dado que vive solamente con su pareja de toda la vida (también mayor y con los achaques característicos), Aurora decidió que un teléfono móvil le vendría bien para la comunicación con el resto de la familia, sobre todo ante una emergencia.
Sabiéndolo un joven con inclinaciones fuertes hacia la tecnología, Aurora confió en Luis Ernesto para que le comprara un móvil, una línea, y la adiestrara en esas habilidades. Hace cinco meses fue a hacer la compra en las oficinas de Etecsa en el Focsa. Y allí le explicaron que debido a que la línea era un contrato que necesitaba firmarse, quien fuera a ser dueño de la misma debería ir a la oficina y comprarla él mismo.
A pesar de que él explicó la situación, y mostró los datos de Aurora, carné de identidad y de la Aclifim, le dijeron que, aunque pudiera hacerle el favor de sacar la línea a nombre de Aurora, el resto de los trámites también necesitarían de la presencia de la señora. Finalmente, él sacó la línea a su nombre como la segunda en su propiedad, sabiendo que puede tener hasta tres.
En los días finales de 2018, Aurora le comentó que tiene amistades y familiares en el exterior que quisieran establecer correspondencia con ella, pero para eso necesitaba un correo Nauta que aún no tenía. Por tanto, como dueño de la línea móvil, Luis Ernesto fue a la oficina de Etecsa, en Luz y Reyes, 10 de Octubre, a conseguir su correo Nauta.
El joven ya tenía una cuenta Nauta a su nombre, y supuso que no sería un problema, pues es legal que él posea más de una línea móvil, o sea, más de un teléfono móvil a la vez.
Después de dos horas esperando, le dijo a quien le atendió que quería contratar una cuenta Nauta de correo. Le explicaron que eso implica contratar la de internet. Le pidieron su carné de identidad y le dijeron que no puede tener más de una dirección de correo Nauta con el mismo carné de identidad. Le explicaron que el sistema de asignación de líneas telefónicas a los clientes y el de asignación de cuentas Nauta son totalmente distintos: El de cuentas Nauta solo permite asignar una dirección de correo a un número de identificación (carné de identidad).
Luis Ernesto cuestiona:
«¿Por qué una persona, independientemente de que tenga una situación complicada o no, puede tener más de una línea móvil, más de un teléfono y no más de una cuenta de correo? En la mayoría de los servicios de correo (y lo digo basado en experiencias personales), no existe ningún problema en tener una cantidad ilimitada de cuentas de correo siempre y cuando se ponga información acerca del cliente en un formato válido. Un ejemplo palpable de esto es Gmail.
«Pongámonos en la piel de un cuentapropista que necesite una cuenta de correo para atender correctamente su negocio. ¿Es acaso incorrecto que quiera tener otra cuenta de correo personal? Y otra pregunta que me llega mucho más de cerca: ¿Las personas discapacitadas o incapacitadas de llegar a una oficina de servicios de Etecsa no tienen derecho a recibir algún (o ningún) servicio de telefonía? ¿Será posible que las barreras arquitectónicas hayan evolucionado hacia la telefonía móvil?
En mi opinión muy discreta, y sin ánimos de decir cómo deben hacerse las cosas, la contratación de servicios, que es para beneficiar al cliente de alguna manera, no debería ser nunca un problema para el propio cliente, sin importar las condiciones que pueda tener.
«Siempre que se cumplan los requisitos mínimos requeridos por la empresa que brinda el servicio, para evitar la exclusión, esta persona, ya sea a través de terceros o por sí misma, debería poder contratar y recibir el mismo. Más específicamente, si el servicio prestado no tiene nada que ver con el estado físico de la persona, no debería suponer esto una traba», concluye.