Acuse de recibo
Las quejas sobre los mecanismos de funcionamiento de la Caja de Resarcimiento del Ministerio de Justicia (Minjus) son aguas que han corrido bastante por esta columna. El pasado 19 de junio, por ejemplo, vio la luz la preocupación del avileño Yonel Quiala Pérez (calle Eduardo Mármol No. 123, e/ Maceo y Simón Reyes), quien había sufrido un robo con fuerza en su hogar el 18 de mayo de 2015.
«Después de un año, en el juicio dieron como culpables de 52 casos de robos con fuerza en las cosas de carácter continuado y hurto de carácter continuado a solo tres individuos», relataba el lector. En su caso no se recuperó nada de lo sustraído, que debió ser casi todo dentro de la casa, pues el monto con el que se sentenció fuera indemnizado, en 2016, fue de 127 481 CUP. Sin embargo, cuando en abril de 2017 acudió Yonel a la dependencia de la Caja de Resarcimiento en Ciego de Ávila, le aseguraron que su asunto era «para rato, porque de los tres reos solo a uno se le está descontando».
Al respecto llegó a Juventud Rebelde, el pasado 23 de julio, la respuesta de Serapio B. Guerra Morales, director de la Caja de Resarcimiento del Minjus. Aparte de corroborar lo planteado por Yonel en lo relativo a la cuantía que deben indemnizarle, de acuerdo con los resultados de la causa 67/16, Serapio argumenta que, aunque el afectado «realizó la reclamación de la indemnización y la pensión en el término establecido», «al comprobar los ingresos depositados por el deudor, conocimos que hasta la fecha solo ha abonado 346.00 pesos, para sufragar la deuda contraída con los 39 afectados por el hecho delictivo».
Y repite entonces el funcionario que «la norma vigente» que rige su entidad «establece que la persona afectada en el delito puede cobrar la cuantía dispuesta por el tribunal en la responsabilidad civil, cuando el deudor hace efectivo total o parcialmente su pago».
Agradezco la respuesta, pero me pregunto, como seguramente harán Yonel y muchos lectores: ¿hasta cuándo estará vigente esta norma cuya ineficacia (que a la larga redunda en injusticia) se ha demostrado con sobrados argumentos e historias? «Quisiera que me explicaran, aparte de la suerte, a qué otra cosa puedo apegarme», se dolía Yonel en su misiva. Y a este redactor no se le ocurre otra cosa que sugerirle, a él y a todos los que se encuentren en casos similares, que continúen (continuemos) reclamando, con civismo, hasta que las regulaciones de marras se parezcan más a nuestra vida cotidiana. Un paso de inicio ya se está dando con el proceso de reforma constitucional.
Peligro: Piquera en curva ciega
«Les escribo para comentarles acerca de una situación peligrosa que un día puede acabar en tragedia», comienza su misiva Alejandro Torres (Revillagigedo, entre Puerta Cerrada y Diaria, La Habana Vieja). Y a continuación entra de lleno en el preocupante asunto: «Vivo cerca de la Estación Central de Trenes; en uno de sus costados ha sido establecida una piquera de autos particulares, en el mismo lugar se encuentra una curva ciega. Los clientes que esperan para poder tomar los taxis obstruyen la acera, obligando a los peatones a tomar la calle para poder transitar por ahí».
«Muchas veces —describe el joven habanero— la cola ha escalado a una multitud, llegando al centro de la vía y dificultando aún más el paso por el lugar».
En su opinión, las autoridades competentes deben tomar cartas en el asunto, pues una curva ciega no es buen sitio para montar una piquera de taxis ni debe organizarse cola alguna en el espacio destinado al tránsito de los peatones.
Lo peor, razona el remitente, es que el problema no data de un día ni de dos, y parece que a quienes deben reglamentar estos procesos no les ha interesado lo suficiente.