Acuse de recibo
Desde San Juan de las Yeras, s/n, Ranchuelo, Villa Clara, escribe una madre en apuros. Hace siete años, cuenta Magalys Hernández Martínez, solicitó un subsidio para su vivienda, que se encontraba en estado crítico. La villaclareña vive sola con su hija de 27 años, y ambas padecen de Lupus Eritomatoso Sistémico (LES) grado II.
«En todo este tiempo permanecí visitando el Gobierno (no aclara si municipal o provincial) buscando respuestas a mi caso», se duele la lugareña. Y lo que obtenía, evoca, eran solamente evasivas: «No me lo aprobaban, pero tampoco me lo denegaron».
En agosto de 2017, en reunión efectuada con la solicitante y todos los factores implicados, en la sede del Partido Provincial, se acordó que con «el primer dinero que entrara en el mes de septiembre» se le otorgaría el postergado subsidio. En eso llega el nefasto huracán Irma y le destruye por completo el hogar a Magalys.
«Realicé todos los trámites pertinentes para dejar mi casa asentada como afectación del ciclón; me visitaron las comisiones y se hizo la boleta, firmada por todos los funcionarios que visitaron la vivienda», refiere la mujer. Pero sucedió lo inimaginable: «No me hicieron expediente de afectación de ciclón porque yo estaba esperando un subsidio... que nunca llegó (...) Ahora vivimos en un cuartico, que tuve que construir por mis propios medios, con lo poco que me quedó de lo que era la vivienda», relata la atribulada madre.
Tras ese infortunado disloque, ha visitado Magalys nuevamente instancias del Gobierno en el territorio y no le han dado una explicación de qué sucedió con los materiales que debieron otorgarle como afectada del fenómeno meteorológico o con el archirretrasado subsidio. Y ella y su hija, con el peso que las agobia se han quedado en un limbo.
Si lo que cuenta la remitente es exacto, ¿cuántos mecanismos de dirección y control fueron vulnerados en esta historia? ¿Cuánta información transparente y oportuna se le ha dejado de brindar a esta mujer?
Leche aguada y demorada
Sin rodeos ni demasiadas explicaciones entra la granmense Lisandra Pana Mayol (Calle Masó, No. 411D-Int-Final-Altos, entre 26 de Julio y Manuel Pedreira, Rpto. Castro, Bayamo) en el tema que la preocupa, y que, seguramente, aqueja a otras familias de su localidad. Se trata de la demora en la distribución de la leche fluida para los niños.
El viernes inmediatamente anterior a la fecha de la misiva, en el barrio de la remitente el producto alimenticio llegó a las 9:30 p.m., y el propio día de fechada la carta: 1ro. de julio, arribó a la 5:30 p.m., narra la mujer. «Tengo mi niño de dos años y medio; él y los demás niños lloran por su leche, y aquellos padres que por su economía no pueden comprarla en las tiendas panamericanas, con qué los consuelan», razona la granmense.
En tres ocasiones ya en los últimos tiempos la leche se le ha cortado a esta madre, pues, encima de la demora «viene con demasiada agua, a tal extremo que el niño se la toma y no queda embarrada la vasija», describe.
Similar situación se está dando con el yogurt de los niños mayores que van para la escuela. Y las alternativas pasan por comprarlo extra, en un rango de precio que va de los tres a los 15 pesos, apunta.
¿Hasta cuándo esta situación?, cuestiona la bayamesa. Y este redactor añade: ¿Por qué al menos no se ha informado a las familias afectadas las causas de los evidentes problemas? ¿Quiénes se responsabilizan por ellos?