Acuse de recibo
Esta columna sigue vindicando el bolsillo popular, tan vapuleado. Por eso hace mucho tiempo se erige en defensoría del consumidor, más allá de campañas e impulsos, que no siempre tienen sistematicidad ni van a la raíz.
Hoy la desazón la trae Aminael Rodríguez Castillo, residente en O’ Reilly 360, entre Habana y Compostela, La Habana Vieja, quien, náufrago de tantas ineficiencias comerciales, nos recuerda que la trabazón con la compra mediante tarjetas magnéticas muchas veces desborda el buen propósito de las entidades comerciales.
Cuenta Aminael que el pasado 9 de agosto, en la tienda de la Cadena Caracol sita en 1ra. y B, en el Vedado capitalino, cuando mostró la tarjeta para el pago de los productos, la respuesta fue que el POS no tenía papel: hacía más de una semana no brindaban el servicio por carecer de los rollos de papel para los comprobantes de pago. Fue entonces a la tienda de la misma cadena ubicada en el hotel Cohíba, y allí no tenían el POS para ese sistema de cobros.
Al día siguiente fue a la tienda de Caracol sita en 3ra. y 44. Y cuando fue a pagar el producto adquirido con la tarjeta, lo enviaron hacia otra caja, aduciendo que no tenían POS.
«Cuando la cajera vio que el pago sería mediante tarjeta —dice— manifestó que no. Luego hice la cola y le mostré la tarjeta a ella. Y me preguntó si yo era el especialista de Fincimex que venía a arreglar el POS que se encontraba averiado por un rayo. Le dije que no».
Como necesitaba el producto, Aminael fue hasta un cajero automático a dos cuadras, extrajo efectivo y volvió a la tienda a pagar el producto. Y no pudo disfrutar la bonificación o rebaja de precio que garantiza el sistema de pago por tarjeta.
Solicitó ver a la gerente y no estaba. Le atendió el dependiente que inicialmente lo dirigió a la cajera. Fueron a la caja. Aquel solicitó el POS y pasó la tarjeta. Resultado: sin conexión.
Por la labor que realiza, Aminael sabe que el sistema bancario ha invertido elevados recursos en la modernización de las tecnologías para un mejor servicio; incluidas bonificaciones o rebajas del cinco por ciento y hasta del diez en determinados períodos, para las tarjetas magnéticas.
Y el porciento restante, explica, se les paga a las cadenas de tiendas a través de las utilidades que crean los bancos. O sea, la cadena de tienda cobra por el producto que vende el ciento por ciento del precio de venta.
«El objetivo esencial de la medida, añade, es disminuir la circulación de efectivo, medio empleado en todos o casi todos los países. Pero la primera reacción de la cajera(o) frecuentemente es responder que no tiene conexión. Ante su insistencia, el cliente debe soportar sus malas expresiones gesticulares y faciales. Y al final si tiene efectivo en la cartera, podrá llevar el producto. De lo contrario, dejará el establecimiento comercial sin cumplir su objetivo».
No es la primera vez que irrumpen aquí las dificultades para pagar con tarjeta magnética. ¿Hasta cuándo?
El sábado 4 de agosto, mientras esperaba la llegada de un familiar en el aeropuerto internacional José Martí, Mario Rodríguez compró unas cervezas Cristal en la cafetería de esa terminal aérea, al precio de 1 CUC.
Ya camino a su casa, decidió adquirir más cervezas en la cafetería que está detrás del servicentro de 100 y Vento. Había Presidente y Cristal. La primera, a un CUC; y la segunda, a 1,50 CUC.
«¿Cambio de precios a la cerveza nacional? ¿Cómo es posible, si en el aeropuerto la Cristal valía 1 CUC? Realmente, no comprendo», concluye Mario, y espera una explicación desde calle 71, no. 12211, entre 122 y 124, Marianao, La Habana.
No menos asombrada está Josefina Martínez Calvo (Calle 21, no. 3424, entre 34 y 36, Playa, La Habana). El pasado 27 de julio, en el mercado del restaurante El Palenque, estaba a la venta el detergente OMS. El paquete que cuesta 2,30 CUC, con el mismo gramaje, estaba allí al precio de 4,60 CUC. ¿Por qué?, cuestiona ella.