Acuse de recibo
Era el 25 de marzo último, en horas de la tarde. Pedro Pablo Plasencia Cruz se dirigió al punto de venta de la sucursal de Cimex radicado en el edificio de 12 plantas de Olivos No. 1, Sancti Spíritus. Y efectuó una compra por valor de 17,90 CUP. La dependienta, al pasar su tarjeta por el equipo correspondiente, le explica que no funcionó, lo cual podía estar motivado por diversas causas técnicas. El cliente contesta que no había problemas y pagó en efectivo. Hasta ahí, de acuerdo con lo narrado por el lector, una historia relativamente normal. Sin embargo…
«Al día siguiente me llaman a mi trabajo para que me presente en dicho punto (de venta) y me explican que por error se me realizó un cobro doble. Me dan la posibilidad de llevar el importe en mercancía, a lo que respondí que no necesitaba nada más. Las compañeras me comunican que comenzarían los trámites para la devolución», evoca el espirituano.
Y pasó el tiempo y pasó, como en el célebre poema…
Dos meses más tarde decide el trabajador llamar a FinCimex, pues pasaba a diario por el punto de venta y siempre le preguntaban allí si ya le habían hecho la devolución. El empleado a cargo de esa función —narra el doliente— le argumenta que «esa solicitud no le ha llegado. Me persono en las oficinas que me orienta, y la compañera, muy atenta, me dice que conoce el caso, pues del punto llaman periódicamente; me explica que el mismo día que le llegó la reclamación la tramitó y procede a llamar al departamento de Economía de la Gerencia, donde la que tiene que ver con eso le dice que la tiene en el buró, que no la ha podido entregar (dígase que es en la puerta de al lado del mismo edificio)».
Al regreso de su «fructífera misión», Pedro Pablo pasa nuevamente por la unidad donde le cobraron erróneamente doble. Allí se encontraba uno de los administrativos de la empresa, responsable de los puntos de venta de la zona, quien, además, conocía del asunto. Este llama a la mencionada funcionaria de Economía, y pide razones. Ella vuelve a alegar que había problemas, que al día siguiente entregarían la reclamación y que, por favor, le explicaran esto al cliente.
Una semana después contacta el afectado con FinCimex y le informan que ya había llegado el documento, pero lo habían remitido para La Habana. Y todavía el 11 de junio, a más de 70 días del fatídico cobro equivocado, el cliente no sabía nada de su dinero.
Cualquiera puede imaginar cómo se siente Pedro Pablo. Más allá del valor de lo que le deben, cuánto desgaste, tiempo y dolores de cabeza le han hecho pasar por una cosa aparentemente tan simple. ¿Cuándo las negligencias como esta costarán altas indemnizaciones a las entidades responsables? En Edif. 12 plantas, apto. 1005, Sancti Spíritus, un cubano espera respuesta.