Acuse de recibo
María del Carmen Lambert (Calle 63 No. 10017, entre 100 y 102, Marianao, La Habana) no lo creía el pasado 6 de octubre cuando llegó el cobrador de la electricidad a su casa, con la notificación: ¡453 pesos!, a un consumidor que no ha pagado jamás más de 99 pesos.
El 9 de octubre fue a la Oficina de la Empresa Eléctrica en Marianao y le dijeron que iría un inspector a su casa. El 20 de ese mes volvió por allí, y la enviaron con el jefe de los inspectores, quien le dijo a duras penas que ya un inspector tenía la orden. Pero nunca fue.
Pero el 30 de octubre los inspectores visitaron su hogar y comprobaron que, efectivamente, ese no era su consumo eléctrico. Se había calculado por «casa cerrada», a pesar de que María del Carmen, una señora jubilada, siempre está en su vivienda. El 9 de noviembre, la hija de María del Carmen fue allí y le explicaron que cuando la casa está cerrada, el sistema computa el costo promedio. Pero el de ellas es entre 66 y 99 pesos. ¿Por qué 453?, pregunta.
María del Carmen volvió a las oficinas el 20 y el 27 de noviembre y el 4 de diciembre. Sin solución. El 20 de diciembre, ya obstinada, volvió. Y no aparecía allí constancia de que había ido un inspector. Decían entonces que sí habían consumido esa suma, que lo que sucedía era que el lector-cobrador estaba haciendo mal la lectura.
María del Carmen no aceptó el pretexto. Le plantearon que tenía que tener el contador afuera, y que el descuento era solo de 43 pesos. Al final, un inspector fue a su casa ese día y le dijo que trataría de tener una respuesta para ella el 26 de diciembre.
¿Cuál habrá sido la última palabra de la Empresa Eléctrica anteayer?
Similar preocupación que la de María del Carmen es la de Doralis León Leyva, quien cuenta que a su mamá, Caridad Lucía Leyva Blanco, residente en Prado 109, apto. 6, entre Refugio y Genio, La Habana Vieja, desde hace meses le está llegando el recibo de la electricidad muy elevado: 48, 56 y 72 pesos en noviembre último, para una consumidora que tradicionalmente ha pagado entre ocho y 12 pesos.
En el pequeño apartamento, donde la señora convive con su otro hijo, apenas hay un refrigerador, dos ventiladores, un televisor, una olla arrocera y la mitad de la iluminación que puede tener cualquier vivienda.
Tal reclamo fue hecho el viernes 6 de octubre en las oficinas de la Empresa Eléctrica en Habana 305. El inspector quedó en visitarlos el jueves siguiente. Pero nunca fue. Pasaron las semanas, y ellos llamaban y llamaban, pero no po- dían hablar con ese u otro inspector.
Decidieron ir a la oficina y el jefe de los inspectores les dijo que había ido uno de ellos, y no detectó problemas en el reloj. Aparte de que no había constancia documental de la visita ni la vieron, ellas ripostaron. Y el jefe respondió bruscamente que no era obligatorio avisar al consumidor de que se estaba inspeccionando el equipo.
«Solo quiero saber —señala Doralis— adónde más dirigirme para reclamar esta irregularidad. Lo más absurdo es que haya que pagar altas sumas de dinero por el mal trabajo de otros».
Al igual que Doralis, Pablo Reyes Castañeda (Victoria 12230, entre América e Independencia, Cerro, La Habana) cuenta que en octubre pasado el cobrador de la electricidad le extendió un recibo de consumo por 593 pesos, cuando las sumas suyas nunca han excedido los 201 pesos.
El cliente, un señor de avanzada edad y jubilado igual que su esposa, reclamó varias veces en la Oficina Comercial Casino de la Empresa Eléctrica en el consejo popular Armada, en el Cerro. Al no recibir respuesta satisfactoria, fue a la OBE Plaza-Cerro de la Empresa, y allí le informaron que debía esperar la visita de un inspector para revisar su metrocontador, y primero pagar la cifra señalada.
Fueron un inspector de la oficina comercial y otro de la OBE, y luego de sus análisis le dijeron que solo le podían reintegrar 30 pesos. Y Pablo no estuvo de acuerdo. Pero, ¿a quién reclamar? ¿La palabra de quién es la que vale?
Semejante situación cuentan Karina González Domínguez, vecina de Calle 17 no. 259, entre J e I, Vedado; Iván Tamayo Muñoz, de Circunvalación y Carretera de Manicaragua, reparto Sakenaf, Santa Clara; y Esmerilda Silva Céspedes, residente en Demetrio 116, Barrio Amarillo, Banes, provincia de Holguín.