Acuse de recibo
Todo comenzó el 3 de junio pasado, cuando por un cortocircuito en el reloj eléctrico a la entrada de su casa, en Rodríguez Este 653, entre Manuel Pruna y Juan Alonso, Luyanó, La Habana, a Raúl Díaz Martín se le averiaron un televisor pantalla plana y el teléfono inalámbrico, que tiene la base principal y una extensión.
Fueron a su hogar cinco comisiones de la Empresa Eléctrica y su UEB Municipal en 10 de Octubre. Hicieron un expediente voluminoso de los hechos con el número 419-17-08. Y finalmente fue una comisión técnica que revisó los equipos. Le dijeron que estaban quemados, y les pusieron la chapilla 419-17-08 con el número de inventario de la Empresa Eléctrica 346 al inalámbrico, y el 347 al televisor.
Cogieron el número de la cuenta bancaria de Raúl y le dijeron que harían el depósito del cheque para que él comprara los equipos dañados. Ellos verificarían la transición y la solución final del daño.
Pero han pasado más de cuatro meses. Raúl ha llamado en varias oportunidades a la Empresa Eléctrica y ha hablado con varios funcionarios que atienden esta actividad, entre ellos Isel y Wilfredo. Le dicen que tiene que ir una comisión de los talleres del Ministerio de Comercio Interior, a ver si tienen arreglo los mismos; pero que no saben quiénes son ni cuándo van a visitarlo ni qué solución le darán.
Señala que no hay fecha ni repuesta clara para la solución de los daños. «Esto es falta de atención y profesionalidad, despreocupación, falta de respeto. ¿Cuándo van a cumplir con la indemnización? ¿Dónde están la protección y los derechos del cliente?».
La otra historia de Raúl: él es trabajador por cuenta propia, y hace más de cuatro años, por orientación de la ONAT, solicitó otro reloj eléctrico para medir de forma separada de su vivienda la energía eléctrica que consume la cafetería. Así, registrar ambos consumos por separado, y pagar los impuestos que corresponden. Y se lo instalaron.
Como eficiente emprendedor, hace unos meses Raúl cambió en la cafetería una plancha eléctrica por otra de gas para calentar el pan. Eliminó una lámpara, sustituyó un bombillo gastador por uno ahorrador. Decidió no encender el extractor eléctrico. Sustituyó lámparas de luz fría por LED, las cuales se mantienen encendidas solo cuando se necesitan.
Según Raúl, fue el cobrador eléctrico y le dijo que la Empresa le iba a «caer arriba» porque estaba llamando mucho la atención con la disminución del consumo. Y le insistió: no se puede llamar la atención, porque te van a mandar los inspectores y por lo menos un reloj te van a quitar. El remitente cuenta que le dijo que no temía, pues estaba ahorrando energía eléctrica.
A los cinco o seis días, narra, fueron los inspectores, verificaron todo al detalle: líneas, cables contadores por fuera y por dentro. Y no encontraron nada, todo estaba bien. Reconocieron que las medidas eran efectivas y se había ahorrado.
«Entonces —afirma— es una gran contradicción de la Empresa Eléctrica que me sancionen quitándome un reloj por ahorrar energía eléctrica. Les expliqué además que el Decreto Ley 113 de 2012, del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP); el 121 de la Asamblea Nacional y las orientaciones y normas de la ONAT, me obligan a llevar los registros de ingresos y gastos separando el negocio de la casa, para definir con exactitud los gastos, además de justificarlos documentalmente.
Narra que en agosto de 2017 la Empresa Eléctrica le retiró el reloj que ellos mismos le instalaron hace más de cuatro años, sin una explicación convincente.
«Es lamentable que tras tantos esfuerzos e impecable trabajo de recuperación en la capital ante desastres naturales por la Unión Eléctrica, su empresa y sus trabajadores, por problemas de atención al cliente y mal servicio como los mencionados, cometidos por algunos de sus empleados, opaquen en alguna medida esos heroicos resultados».
Plantea Raúl que dispone de la información y documentación oficiales que justifican y comprueban lo narrado, que pueden ser revisados y verificados en cualquier momento por los organismos correspondientes.