Acuse de recibo
Tras concluir su misión como colaboradora en Venezuela hace más de un año, la doctora Tatiana Vigil Llorens (calle 18, entre 19 y 21, Vedado, La Habana) ha tenido constantes problemas para utilizar la tarjeta magnética que le garantiza comprar con el 30 por ciento de rebaja en las tiendas recaudadoras de divisas, mediante los llamados POS o terminales de puntos de venta habilitados en esas unidades.
Todo comenzó hace seis meses en el centro comercial Ultra. Tatiana quiso adquirir un artículo de cocina, y cada vez que acudía le daban disímiles justificaciones, hasta que al final el POS estaba roto. Habló con el jefe de piso, con la gerente… hasta que desistió de la idea de la compra.
Otro día acudió al centro comercial Puentes Grandes. ¡Eureka!, el POS en activo… Al cabo del tiempo volvió por allí, y ya no funcionaban.
«Ni siquiera los que trabajaban en las áreas de despacho se esforzaban por probar la tarjeta en otras áreas, refiere. Me dijo una vez la jefa de piso que ninguno servía, pero me di cuenta de que el de las cajas registradoras de la salida, sí. Pero yo iba a comprar un producto en la sección de cárnicos y por allí no podía pasar la tarjeta. La dependiente que me atendió dijo que no podía dejar de atender la cola para pasarme la tarjeta».
Otro día volvió por Puentes Grandes. Al fin… estaban los POS nuevos, de manera que el cliente podía ver lo que sucedía dentro de ellos cuando se pasaba la tarjeta. Se sintió aliviada. Retornaría para cualquier compra. A los diez días volvió, con la esperanza puesta en los flamantes aparaticos. Pero… todos habían sido recogidos por Fincimex porque se habían roto. «¡Todos, al mismo tiempo!», enfatiza Tatiana.
Entonces, le preguntó qué había sucedido a unos dependientes que estaban cerca. Y una de ellos, con una carcajada le respondió: «Se volverán a traer cuando se restablezcan las comunicaciones», y siguió conversando con sus compañeros.
El último aldabonazo fue el 10 de julio pasado: Fue a la tienda Infancia, en calle 23 esquina a 4, en El Vedado, unidad que estuvo cerrada varios meses y al fin la reabrieron nueva, y con sistema de POS funcionando perfectamente.
Quiso comprar unos jabones. Le preguntó a la dependienta si tenían servicio de POS, y esta le dijo que no, que estaba roto. Tatiana le insistió que preguntara a la dependiente en cuya área estaba el POS. Y la de acá, de mala gana le gritó a la otra si eso servía, a lo cual esta dijo que no.
«Al final, afirma, casi que me bota de donde estaba, porque le molestó mi insistencia de solo reclamar mi derecho a ser tratada bien y que probaran el POS, para saber si no era que estaba mal colgado el teléfono, o porque no había conexión. La dependiente, en forma grosera, manifestó que ella no sabía por qué allí habrían ubicado un POS, que eso era desgraciarle la vida a ellos.
«En fin, el POS nunca funcionó. Me fui indignada y cansada de todo lo sucedido. Parece que me seguirá pasando mientras tenga la tarjeta del descuento. ¿Acaso no me merezco una explicación válida y en mejor forma, igual que cuando atiendo a un paciente?
«¿Acaso en otras tiendas como La Puntilla, 5ta. y 42, Galerías Paseo y 3ra. y 70 hay problemas con el POS? He ido a estas varias veces y nunca ha habido problemas en tal sentido. Es una pena que aquellas personas estén en ese estado de poca tolerancia y humanidad, porque a quien acude al médico le gusta que lo escuchen y lo traten con amabilidad. ¿Acaso los tenderos no son pacientes alguna vez?, concluye.
Sería imprescindible un esclarecimiento acerca del funcionamiento de los POS, y cuáles son las causas de tantas dificultades. Nuestros colaboradores de la Salud y otros sectores, además de poner bien alto el nombre de Cuba por el mundo, son la principal fuente de ingreso de divisas del país, con no pocos sacrificios y riesgos, alejados de sus familias. Ellos merecen que los POS funcionen eficazmente. Y que los empleados de las tiendas también.